asediando lo indómito que, montaraz,
se ha decidido invisible
o lobo nocturno aullando nanas
a los moradores del valle
que entienden las claves y sueñan de nuevo con alas.
y eras como piel cálida envolviendo la casa.
Cuánto miedo provocaba tu nombre a sus cadenas,
que en silencio me transformé contra su violencia insaciable.”
y, sin cobijo, la espalda fue intemperie
y flor de holocausto el hombre-aire.
Desangrada, la montaña cubrió de negro el valle todo
y el llanto alimentó corazones en secreto
mientras jubilosas campanas celebraban la muerte del sol.
Roto el correo, ¿dónde tus besos de rocío?
Y las campanas, ¿acaso se alegraban de tu muerte?
Como una sombra insomne fui esculpiendo tu memoria con lágrimas de piedra.”