
Transparentes estímulos del aire
recorrían la garganta del valle,
valle donde dio a luz la sepultura
de -Quizá.- ese cartón que amontonaba
páginas como láminas de sol.
En mi folio el doble filo de la noche,
cuando en el duermevela todavía encendía
tus recursos,
de mujer soñadora, de alma incineradora de organismos.
En aquel más allá de serpentinas,
lentejuelas y alijos de conciencia,
donde el fuego me helaba como un mamut herido,
incapaz de asombrarme me hizo sombra,
tu vendaval estilográfico.
Me confundo por ello a cada verso.
"No hablo de mí jamás en mis poemas.
Solamente del perro que cuando abre sus fauces
arrodilla la fe de los estigmas".
"Es por ello que amo mi propia intrascendencia,
y asumo mi parcela de desamor incontrolado."