
Tienes una razón para la verdad.
Es cierto que los muebles giran sobre sí mismos.
El tono de tus ojos, en mis venas.
La invisibilidad del silencio me ha abstraído.
El matiz de mi arte resulta codicioso.
No pude retenerte y por eso me aporto -Y me soporto.- respuestas para todo. Recreo mis oídos con olfato, mi tacto con el gusto, mi vista con la vida.
Soy ese superviviente que se envuelve en mandíbulas.
El explorador, el buscador, el oculto momento de los depredadores.
Salgo a la superficie arrastrando el cadáver del agua.
Te quiero embellecer, cueste lo que cueste.
No me hables de rupturas, traumas, patologías.
Háblame de tu mirada cuando cae la noche,
y todos mis sueños me abandonan.
Háblame de tus parpadeos cargando el cielo de negruras.
Háblame, dime algo que no pueda tergiversar.
Dime que no me quieres, y descansaré, por fin, de lo que siento. Dime que no me quieres, mientras se evaporan las ascuas de mi capilla ardiente.