No sé dónde rayos he guardado mis rayadas.
Lo cierto es que salen a la luz, por así decirlo, cuando uno se emparanoia.
Y claro, la paranoia, que es prima segunda del delirio, y concuñada de las ideas suicidas, a la vez que nuera de la megalomanía, encima de traer savia nueva a una mente inocente -Porque todas lo son. Esto es, nadie está preparado para desvirgar sus propias teorías.-, es la que más sabia parece.
Juegos de palabras aparte, el pensamiento inamovible, también conocido como de ideas fijas, se considera obsesivo.
El hombre parece ponerse etiquetas de todo tipo, como vemos, también incluso de Dios.
Ese gran hacedor, ese gran vigilante y custodiador de su obra, la cual debería de ser maestra, no tiene la menor apariencia de constituir un ser dubitativo.
Esto es, en sus planes entra la locura, la histeria colectiva, etc, etc.
El hecho es que un simple mortal solo puede guiarse por indicios.
Me explico, aún mejor:
"Nadie se adecúa a ningún razonamiento, sentencia, o axioma ajeno.
Sin embargo, si profundizamos aún más -sin demasiada osadía, o podríamos caer en el fracaso, puesto que profundizar en el ser humano es un pozo sin fondo, e incluso sin deseos. Hay quien teme conocerse realmente. Otros, afirman que en realidad todos somos iguales, incluso distintos, incluso distintos e iguales a un mismo tiempo-, podemos comprobar que no averiguamos nada de nada sobre nosotros mismos, sino que experimentamos, e incluso la palabra pierde valor, si no se utiliza conforme a un guión que muchos parecen tener aprendido, inculcado por no sé qué tipo de catalogación que incluye a personajes "exitosos" y "fracasados".
Se tiende, por tanto a simulacros filosóficos, los cuales lo único que clarifican es el sujeto que padece ese trastorno, por mostrar interés en indagar, cuestionarse verbigracia la vida y la muerte.
Lo que quiero decir con todo esto es que mostrarse distinto le cuesta a uno sudor y sangre, y porqué no, credibilidad, cuando el hombre deja de ser curioso, y encuentra límites a la hora de "abrir su mente".
No se puede entender el motivo o la razón de ciertos, miles, millones, miles de millones de personas, que les induce al escepticismo y la incredulidad.
Eso sí, se potencia el rechazo.
Antes de desviar este texto hacia mi propia experiencia -si no fuera por ella, no sería tan cabeza cuadrada. Y solo ella nos hace más duros.-,
les sugiero que dediquen el menor tiempo posible a quedarse en blanco.
Me explico:
"Todo lo que nace de la ciencia infusa es peliagudo, pero ahí está la chicha.
Uno a veces no sabe si es mejor que le parta un rayo, a decirlo y vivir con miedo a pagar caro el desafío.
En realidad, nadie tiene claras las ideas.
Con lo cual es mejor guardar las formas y que la providencia decida por nosotros."