
... Y como una luciérnaga en mi pecho,
la luz de tus amígdalas conteniendo mi nombre,
descorrieron el fondo de mis versos -fondo fútil y abstracto.
A qué escribir por ella. Su tendencia al sadismo/indiferencia
me suicidó hasta el vientre de mi madre.-.
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Yo te quise en dos épocas, siete, o cien mil,
no he pasado un mal rato.
Se atragantan mis venas cada vez que te entierro
-de entre todas las flores, la más recia.
Ella misma me dijo que no había ni un hueco para tal cementerio.-.
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O nos matamos juntos, o uno a uno
-la mejor elección es tan solo objetiva.
Nadie habrá que te extirpe de mi hundida y oronda
p
r
o
f
u
n
d
i
d
a
d.-.