Hoy me vestí de rojo.
¡Ay, amor!
Se nos muere hasta la hierba
pero de aquellos vasos
nos quedan los labios.
Hoy pinté mis labios de azul
para huir de un corazón que dimite,
de una esperanza cerrada y sin respuesta
que cegó el pozo de piedras sin eco,
a pesar de tener la puerta llena de palomas
—dirección sur—
esperando.
Pinté en mis pezones
una boca con sed,
—larga de sangre—
para llegar cantando,
entre luces rojas de neón.
Para bailar-te con los ojos
bajo la glicinia china de tu patio.
Aquí me tienes, amor
Me deslumbran los huecos de la sinrazón
en que reposo.
Aquí poco promete la vida, poco me da
a lo sumo una negación del viento que mata.
Aquí desvestida de rojo
encaro tu fuerza
alzando la vista que pierdo
—Como un proyectil sin blanco—
Como un blanco sin color.