
Si pudiera olvidarte, demente y abstraído,
jamás lo dudaría,
si pudiera mandar sobre el olvido,
nunca lo olvidaría.
Es un arma mortífera en el que hundir los codos.
Es decirle a la gente que me hiera,
tu reflejo lo hará de todos modos.
Es la ciencia-ficción del abismo en la espera.
Todo loco que ama, prefiere la locura,
aunque pudiese amarte como Dios,
sé que lo trascendente tiene cura,
mientras tú formas parte de los dos,
yo recalco mi ingenio y mi cultura
para pasar de página mientras te digo adiós.
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Cada vez que te olvido te envenenas,
sin matarme alimentas instantáneas,
retratos de tus ojos en mis venas,
las distancias sin ti son espontáneas,
pero cuando mis hojas encadenas,
y mis versos se vuelven misceláneas,
cada metro cuadrado me condenas,
beso a beso resecas subterráneas
fuentes y mi locura me margina,
a la izquierda o siniestra, mi escritura
se vuelve trascendente y extermina
la memoria con puntos de sutura.
Dios solo es una excusa que combina
lo peor del olvido y la cultura.
