Quinta estación: Jesús es condenado a muerte por Pilato
de sangre que quisiera perder por las heridas
(Miguel Hernández, El hombre acecha)
o fúnebres lamentos y elegías;
componer y danzar mis sinfonías
en lujurias de vino y de bacantes.
»Mis entrañas, arúspices vibrantes,
calculan en virtud de astronomías
el devenir futuro de los días
con precisión de expertos navegantes.
»Puedo alargar o interrumpir tu vida
—tanto me da: me aburre tu atestado—
pero no sanará mi atroz herida.
»Todo lo puedo y nada he culminado,
mas tú verás tu obra concluida.
¡Vete de mí! ¡Me asustas demasiado!»