mientras niego mi instinto, mis impulsos,
adiestrados en cábalas y tácticas,
no pregunto ni asumo ni resuelvo
esta angustia de Dios, y de un trastorno
que fútilmente adquiere dimensiones
tan diversas, las cuales ocultan cualquier trauma,
sentimiento, pasión, fidelidad.
Y la materia, así, adquiere un valor añadido.
Sufrimiento, ¿qué eres?
Sedimentos en ciénagas secas.
Lagunas escarchadas me trepan por los tímpanos,
espejos de alabastro nadan hacia mi cama,
cuando hago figuras en el techo -las sombras de mis manos-.
Escupitajos rotos y felinos sin ojos,
ovnis entre mis pasos,
aves sucias que "limpian" la mierda de los peces,
lo que cabe en el mar, cabe en mis huesos.