y se abre irremediable
el baúl de tu silencio,
tan lleno de noche,
de espuma y sueño…
Sumerjo mi frágil vestido
en tus despensas azules…
Acudes, versátil, a incitarme
con el brioso palpitar de tu embrujo,
con la fluidez de tu encanto…
Se rinden, entonces, mis labios
a tu ruedo nocturno
y percibo diluvios lunares,
eclipses carnales borrachos de luces…
Me revuelco en la paleta de colores
que me descubre tu lengua
amaestrando el movimiento
que logre la obra maestra…