
El vuelo del ignífugo rescate,
el desfiladero que conduce a la irrealidad,
la verdad oculta de la crisis de los pensamientos,
hasta llegar al cíclico confín de conformidad totalitaria,
hacen de mí un latido inconstante,
de mis pasos un camino inconstante,
del amor una perfección inconstante.
Nada cambia en mí, más que la rutina de triturar labios, revalorizar miradas,
hundir mis codos en la piel del
tiempo,
reproducir imágenes sin palabras
-cine mudo abarrotado-.