
En las olas del mar, lloro del desencanto,
en la orilla primera y misma del inicio
pienso. Se diseminan las voces a su canto,
a su paso se auscultan miradas/precipicio.
Un poema visual, y el Espíritu Santo,
me desmantelo y lamo al velo del solsticio
un otoño, el ungido por curarse de espanto,
donde caen las hojas, se eleva su artificio.
Sentimientos oscilan, estaciones durmientes,
vago por dos caminos, viven contradictorios,
ida y vuelta, sin pasos. Y son más que evidentes
mis flaquezas morales. Poemas y abalorios.
Ansiedades que trepan, suelos arborescentes.
Y no veo en mis lágrimas, agua o
interrogatorios.