
Relucientes espejos al encuentro del mundo,
tus ojos y apariencia reflejan el olvido,
como gaviotas mudas en las que el más profundo
de los recuerdos muere como pez oprimido.
Y por el agua beso el agua, me confundo,
como hipnosis de ti, como eterno descuido
en el que, movedizo, me hundo en mí, sí, me hundo.
Y no camino en vano, soy silencio en el ruido
de un amor que me ahoga, y con mi asfixia amo
el grito suculento, la boca que respira
dentro de sí la historia y la distancia. El tramo
más sencillo fue andar por tu piel sin mentira,
solo abrazo tus ojos si en ellos me derramo
como lágrima esclava que tu aroma no mira.