Un día rezo...

[Javier Dicenzo]

Un día rezo…

A Ramón Ataz

Otro día rezo, pero la mano no paga la moneda del sur.
Hoy más allá de la soledad, la mujer, el rostro,
Con panes de los días.

Transmitir otro guiño sagrado, es dar la mano,
Rumiar, ese sonido de felino hambriento.

Un día rezo, como las cruces fosforecen en el relámpago.

Tu rezo es fuerte, tu tigre, tu llama herida.

Las heridas las dejo para el sonido de la penumbra, del latido,
de ese semental que corre por los campos fuerte, fuerte como el mar…

Tus grutas, tus grutas son oscuras en el laberinto de Teseo,
rezo, como las lágrimas, como ese enamorado que llora a su amada,
ese hombre que espera morir para salvar sus olvidos y sus recuerdos,
pies y manos girando en las ruedas de la gloria, del maestro Rafel,
de unas huidizas rutas de la gimiente soledad,
la guerra que trae muerte y el rostro oscuro de la sangre en vertiente.

Jamás gritaré los ruegos de esos pájaros juglares de la penumbra,
Ser Alan Poe, ser ese poeta que se juega una mirada en el infinito,
Será la madrugada de tiempos heridos,
Yo te regalo ese tiempo herido
Como los dormidos pasos hacia la nada, hacia todo, tus mundos
O ese lienzo del pintor que ruega morir porque ama, porque te ama, porque llora
Porque te ama.

[Rosa Marzal]

Muy intensa esta plegaria que rinde un bello homenaje al gran poeta y compañero, Ramón Ataz.

Me ha gustado leerte, Javier.

Un abrazo.

[Javier Dicenzo]

Rosa gracias por tu paso por mi obra.