de la cumbre del deseo,
donde el hombre tiene nombre
y no hay velos
que sofoquen balbuceos de mujer.
Donde no hay luchas de sexos
y la Piaff canta en otoños
un "Padam", así.
en francés.
Donde hay niños que aún se asombran
si el ciempiés baila descalzo,
no hay "consolas" ni " aiphones",
y se juega al pilla-pilla
con las olas del revés.
Donde existe la hora bruja
y la noche,
trae en los hombros cien enanos de colores
que darán lustre a las flores
para cuando nazca Sol.
Soy,
una simple cuentacuentos
pretendiendo lo aún posible,
si nos damos al amor.
(¿Y por qué no va a ser posible, digo yo, si estamos en plena magia de magos y Niños que nacen, sin más ni mas entre un burro y una vaca?, si quién se lo iba a decir al pobre San José, que todo le pasa así, a bote pronto? Reed. y algo cambiado.