
Todo gira alrededor de la frentedonde un ejército de duendes escondidosse columpian con absurdo frenesísobre una afilada cuerda de cristalque amenaza con sesgar las raíces del instinto.
Entonces,perdido,no me atrevo a cruzar al otro lado de la aceraen la que una mano extendidapuede fundirse amistosamente con la míao hacerme ser tierra-ciprés.
Y así sigoen el pozo de la incertidumbre,-espejo que suicida su brillo entre vaivenes-apagado,tras cerrados ventanales,con un errante destierro de luz sobre las cejas.*Andros.