La ciudad que te doy

[Ramón Carballal]

Exquisito poema de un un vuelo lírico delicado y bello.
Ne ha encantado, Ramón.

Gracias, Marimar, por tus palabras. Abrazos.

[Ramón Carballal]

Has trazado otro de tus hermosos paisajes a partir del mundo que te/nos rodea. Los versos son pinceladas que trazan una visión nueva o nos recuerdan lo vivido con una pátina de nostalgia. Sea como sea, después de leerlo me queda un auténtico sabor a piedra y farola en mi boca.
Un abrazo

Gracias, Armilo, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es la ciudad piedra de luz sobre la noche
invertebrada. Un curioso silencio escribe
en las bocas el sello de un compromiso,
vidas que nacen como flores extrañas,
pieles de seda, augurios de risa en un vaso
a medias. Yo no existo aquí, mi noviembre
caducó, mi latido se avejenta en los portales,
bulle en los claroscuros, toma la dirección
de la huida con dos retratos en el vientre.
Extiendo la alfombra deshilachada, vierto
el azúcar de los pronombres, el ser que se
apacigua con las sombras que le acompañan.
La soledad da un brinco y las aves del ayer
alzan sus picos como la mudez que estalla
en el músculo de los labios y niega el decir.
Te entrego, hijo, la aurora o la sangre, ese
otro yo que quisiera fueras tú, ese otro yo
que se refleja en ti como la ausencia que soy.

Hermoso poema, Ramon. Un placer leerte. ERA

Gracias, ERA, por tu lectura y palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

La traslación preciosa y estupenda de tus versos amedrenta la lectura y saca un provechoso esquema de la prosa poética
que se ocupa a través de tu inspiración de ordenar las pesadumbres y ansiedades.

Un abrazo

Gracias, Guillermo, por el comentario que me dejas. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es la ciudad piedra de luz sobre la noche
invertebrada. Un curioso silencio escribe
en las bocas el sello de un compromiso,
vidas que nacen como flores extrañas,
pieles de seda, augurios de risa en un vaso
a medias. Yo no existo aquí, mi noviembre
caducó, mi latido se avejenta en los portales,
bulle en los claroscuros, toma la dirección
de la huida con dos retratos en el vientre.
Extiendo la alfombra deshilachada, vierto
el azúcar de los pronombres, el ser que se
apacigua con las sombras que le acompañan.
La soledad da un brinco y las aves del ayer
alzan sus picos como la mudez que estalla
en el músculo de los labios y niega el decir.
Te entrego, hijo, la aurora o la sangre, ese
otro yo que quisiera fueras tú, ese otro yo
que se refleja en ti como la ausencia que soy.

Una maravilla todo el poema. El cierre cala hondo.
Un abrazo compañero.

Gracias, Silvia, por tus generosas palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es la ciudad piedra de luz sobre la noche
invertebrada. Un curioso silencio escribe
en las bocas el sello de un compromiso,
vidas que nacen como flores extrañas,
pieles de seda, augurios de risa en un vaso
a medias. Yo no existo aquí, mi noviembre
caducó, mi latido se avejenta en los portales,
bulle en los claroscuros, toma la dirección
de la huida con dos retratos en el vientre.
Extiendo la alfombra deshilachada, vierto
el azúcar de los pronombres, el ser que se
apacigua con las sombras que le acompañan.
La soledad da un brinco y las aves del ayer
alzan sus picos como la mudez que estalla
en el músculo de los labios y niega el decir.
Te entrego, hijo, la aurora o la sangre, ese
otro yo que quisiera fueras tú, ese otro yo
que se refleja en ti como la ausencia que soy.

Me ha encantado este poema intimista, adobado de un tono de nostalgia. Mi felicitación.

Un abrazo.

Gracias, Ramón, por el amable comentario. Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Es la ciudad piedra de luz sobre la noche
invertebrada. Un curioso silencio escribe
en las bocas el sello de un compromiso,
vidas que nacen como flores extrañas,
pieles de seda, augurios de risa en un vaso
a medias. Yo no existo aquí, mi noviembre
caducó, mi latido se avejenta en los portales,
bulle en los claroscuros, toma la dirección
de la huida con dos retratos en el vientre.
Extiendo la alfombra deshilachada, vierto
el azúcar de los pronombres, el ser que se
apacigua con las sombras que le acompañan.
La soledad da un brinco y las aves del ayer
alzan sus picos como la mudez que estalla
en el músculo de los labios y niega el decir.
Te entrego, hijo, la aurora o la sangre, ese
otro yo que quisiera fueras tú, ese otro yo
que se refleja en ti como la ausencia que soy.

Genial, compañero.

Mi admiración sigue en aumento.

Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es la ciudad piedra de luz sobre la noche
invertebrada. Un curioso silencio escribe
en las bocas el sello de un compromiso,
vidas que nacen como flores extrañas,
pieles de seda, augurios de risa en un vaso
a medias. Yo no existo aquí, mi noviembre
caducó, mi latido se avejenta en los portales,
bulle en los claroscuros, toma la dirección
de la huida con dos retratos en el vientre.
Extiendo la alfombra deshilachada, vierto
el azúcar de los pronombres, el ser que se
apacigua con las sombras que le acompañan.
La soledad da un brinco y las aves del ayer
alzan sus picos como la mudez que estalla
en el músculo de los labios y niega el decir.
Te entrego, hijo, la aurora o la sangre, ese
otro yo que quisiera fueras tú, ese otro yo
que se refleja en ti como la ausencia que soy.

Genial, compañero.

Mi admiración sigue en aumento.

Un abrazo.

Muchas gracias, Alejandro. Un abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

Quizás los pronombres sean sólo azúcar que se disuelve, y quizás (o seguro) el ser esté envuelto en sombras. Pero hay que hacer testamento con lo que tenemos y tus versos son un magnífico legado.
Abrazos.
Jerónimo

[Ramón Carballal]

Quizás los pronombres sean sólo azúcar que se disuelve, y quizás (o seguro) el ser esté envuelto en sombras. Pero hay que hacer testamento con lo que tenemos y tus versos son un magnífico legado.
Abrazos.
Jerónimo

Muchas gracias, Jerónimo, por tu amable comentario. Un abrazo.