Givenchy y otros trucos para evitar la epilepsia

[Marius Gabureanu]

Yo sé morir
y se me antoja decir eso
mientras estamos cenando a la luz de las velas
en una noche extenta de dioses,
cabreada por su propia oscuridad
como se cabrea un actor de cine
al ver que en la película que es protagonista
también hay moscas.
Es que, a veces, se está tan a gusto en el cuerpo
que en lugar de exclamar te quiero
la gente prefiere abrir un champán
y gestionar sus ayeres.
Espero que recojas los platos de la mesa
y le hago nudos a mi silencio
para que a tu silueta le corresponda el altar completo
de mis futuras sombras.
Yo sé morir, lo digo con la convicción de los apátridas,
no me importa si es arcilla o hormigón
lo que caerá sobre mi rostro.
Te lo digo en un sábado
porque la gente parece alegre
y puede que así te lo tomarás con calma
y tus ojos beberán junto a los míos
la somnolencia de las farolas.
¿A qué mujer no le atrae
el susurro de la muerte,
sobre todo si llega acompañado por un masaje erótico
y un frasco de Givenchy?
Te imagino cenando solitaria sobre mi tumba
y me relajo instantáneamente.
Yo sé morir, me lo han enseñado otras mujeres
a las que nunca amé.
Y ahora que te lo repito
empieza a entrarme la duda
si la ternura de las arañas
es el espejo ideal de lo irreversible,
cuando voltean a su presa
como a una bola de nieve.
Yo sé morir
en un motel pegado a la carretera
mientras una telaraña de camiones atrapa tus gemidos
y sé que me perdonarás la mala costumbre
de aprovechar tu orgasmo para ir al otro lado
como por una puerta de oro que está abierta
solamente a los que ya saben que el amor es un aeropuerto del desconsuelo.
Yo sé morir, amor, yo ya sé morir.
Celebrémoslo.
Para volver a lo que fuimos
solamente hay que contar heridas.
La lluvia se hace más nuestra
cuando las gotas se deslizan por el vidrio de una ventana cerrada.
Hay muchos ríos muertos en el mismo río,
hay muchas muertes muertas en la misma muerte.

[Concha Vidal]

Y vivir,,, y vivir indudablemente sabes.
Este poema es un canto a la vida, a pesar de lo que digas, es un poema intimista y lleno de nostalgias.
A mi parecer perfectamente escrito, su lectura es fácil, te deslizas por ella como un tobogán.
Y el cierre espectacular.

Pues nada, gracias por compartirlo., Saludos mediterráneos, como siempre.

[Marius Gabureanu]

Concha, me alegro que te ha gustado el poema. Gracias por tu huella generosa. Recibe mis abrazos.

[Silvia Savall]

Me encanta releer poemas como este para saborear realmente lo que llamamos poesía.
Tu pluma va derecha al corazón y la haces vivir de una manera especial.
Un honor leerte, seguiré tus obras.

Un abrazo grande.

[Rosa Marzal]

Hay muchas muertes en la vida, muchas formas de muerte...

Fantástico poema, del primero al último verso. Mi enhorabuena, Marius.

Un gran abrazo.

[Pilar Morte]

Genial, Marius. un poema que sale del alma y a otra acompaña. Felicidades
Besos
Pilar

[Guillermo Cumar.]

Jugosa celebración en la que la metáfora se pone en jarras y dice lo que nadie necesita oir.

El recorrido de los muertos toca tierra y se adormece para sonsacar entre las lineas un poco
de la imaginación que siente cómo lucha el corazón en ciernes.

Un abrazo

[Marius Gabureanu]

Silvia, muchas gracias por leer y por el generoso comentario. Me alegro que te ha gustado. Recibe mis abrazos sinceros.

Muchas gracias, Rosa, por hacer sentida tu presencia. Me alegro que te ha gustado, querida amiga. Recibe mis abrazos sinceros.

Pilar, muchas gracias por leer y hacer sentida tu presencia. Me alegro que te ha gustado. Recibe mis abrazos, estimada amiga.

Guillermo, muchas gracias por leer y hacer sentida tu presencia. Veo que le has encontrado un nuevo uso a las metáforas: que digan lo que nadie necesita oir. Te felicito. Recibe mis abrazos.

[Luis M]

¿A qué mujer no le atrae
el susurro de la muerte,
sobre todo si llega acompañado por un masaje erótico
y un frasco de Givenchy?


Yo sé morir, me lo han enseñado otras mujeres
a las que nunca amé.


Yo sé morir
en un motel pegado a la carretera
mientras una telaraña de camiones atrapa tus gemidos
y sé que me perdonarás la mala costumbre
de aprovechar tu orgasmo para ir al otro lado
como por una puerta de oro que está abierta
solamente a los que ya saben que el amor es un aeropuerto del desconsuelo.
Yo sé morir, amor, yo ya sé morir.
Celebrémoslo.
Para volver a lo que fuimos
solamente hay que contar heridas.
La lluvia se hace más nuestra
cuando las gotas se deslizan por el vidrio de una ventana cerrada.
Hay muchos ríos muertos en el mismo río,
hay muchas muertes muertas en la misma muerte.

La vida es aprender a morir. Y sí, hay muchas muertes en cada vida. Muy bueno, Marius. Un abrazo, querido amigo.

[Marius Gabureanu]

Muchas gracias, querido amigo por hacer sentida tu presencia. Me alegro que te ha gustado. Muchos abrazos, Luis.

[Hallie Hernández Alfaro]

Riqueza poética y literaria a todas luces.

Sube para deliete de todos.

Abrazo enorme, querido amigo.

[Carmen Pla]

Extraordinario final para un gran poema, exultante de maravillas poéticas.
Todo un placer leerte.
Un abrazo, Marius

[Antonia Mauro]

No imaginas cuántas veces lo he leído. Y en voz alta para disfrutarlo de verdad.

Es impresionante.
Un abrazo.