ser agua y ser piedra

[Antonia Mauro]

Allí sentada, en un banco de piedra frente al río, repasaba mi vida.

Me preguntaba qué es lo que había hecho además de cagarla, de haberla cagado mucho tiempo, demasiado.

Dos hijos, uno buscándose la vida, y a la otra todavía hay que ayudarla a caminar.

Qué pronto se escapa la vida, igual que la corriente se lleva esas hojas de la orilla.

La vida es un río con corriente. En algunos puntos hay remolinos que te pueden atrapar, en otras zonas el río esta tranquilo, manso. Pero no puedes fiarte, hay que tenerle respeto.

La vida es un río.

Necesito tiempo, quiero más tiempo, y poder seguir cagándola.

Hay dos patos nadando frente a mi. Son como una perfecta pareja de natación sincronizada. Serán felices? No sonríen, no gritan, no tienen los ojos tristes.
Yo creo que son felices. Guardan todo el tiempo la misma distancia, nadan y al llegar al otro extremo se dan la vuelta al mismo tiempo, y van de nuevo a la otra orilla, guardando la misma distancia.

Que pasaría si me quedase para siempre en este banco de piedra?

Podría convertirme en piedra, mimetizarme con este banco. Dejar que cualquiera se sentase aquí. Escuchar historias.

Escuchar historias de parejas, de parejas felices, y ver como se besan sentados en el banco.
Escuchar historias de dos viejetes que repasan su vida y cómo extrañan a sus mujeres que acaban de morir y lo solos que se sienten.

O dejar que algún niño venga a patalear sobre el banco con la típica rabieta mientras su pesada madre le obliga a comerse la merienda.

Leer la mente de algún alma solitaria que se sienta lo domingos por la mañana sobre un banco de piedra, mientras observa como otras personas corren por la ruta del colesterol, o van en bicicleta, o algunas familias: la mamá, el papá y los hijos dan un paseo matutino comiéndose un helado.

Y si me convirtiese en pato?

Ser agua. Seria genial ser agua por un tiempo, un día, unas horas...y arrastrar esas hojas de la orilla como los malos momentos.

Ser agua, y dejarme mecer por el viento, como si moviera mi pelo. Me encanta esa sensación, es de las más placenteras y de mayor libertad, vaya tontería verdad?

Estar sobre un alto y mirar un paisaje un día de calor, o de frío, y de pronto viene él: el viento,
y te echa el pelo hacia atrás y lo aparta de la cara y lo mueve y lo hace volar despacio.

Y cierras los ojos y lo sientes, como una caricia, como esa caricia que no recuerdas de ningún hombre.

ser agua
ser piedra
ser viento

No habría pasado nada. Nunca pasa nada.


Antonia Mauro del Blanco

[Hallie Hernández Alfaro]

Allí sentada, en un banco de piedra frente al río, repasaba mi vida.

Me preguntaba qué es lo que había hecho además de cagarla, de haberla cagado mucho tiempo, demasiado.

Dos hijos, uno buscándose la vida, y a la otra todavía hay que ayudarla a caminar.

Qué pronto se escapa la vida, igual que la corriente se lleva esas hojas de la orilla.

La vida es un río con corriente. En algunos puntos hay remolinos que te pueden atrapar, en otras zonas el río esta tranquilo, manso. Pero no puedes fiarte, hay que tenerle respeto.

La vida es un río.

Necesito tiempo, quiero más tiempo, y poder seguir cagándola.

Hay dos patos nadando frente a mi. Son como una perfecta pareja de natación sincronizada. Serán felices? No sonríen, no gritan, no tienen los ojos tristes.
Yo creo que son felices. Guardan todo el tiempo la misma distancia, nadan y al llegar al otro extremo se dan la vuelta al mismo tiempo, y van de nuevo a la otra orilla, guardando la misma distancia.

Que pasaría si me quedase para siempre en este banco de piedra?

Podría convertirme en piedra, mimetizarme con este banco. Dejar que cualquiera se sentase aquí. Escuchar historias.

Escuchar historias de parejas, de parejas felices, y ver como se besan sentados en el banco.
Escuchar historias de dos viejetes que repasan su vida y cómo extrañan a sus mujeres que acaban de morir y lo solos que se sienten.

O dejar que algún niño venga a patalear sobre el banco con la típica rabieta mientras su pesada madre le obliga a comerse la merienda.

Leer la mente de algún alma solitaria que se sienta lo domingos por la mañana sobre un banco de piedra, mientras observa como otras personas corren por la ruta del colesterol, o van en bicicleta, o algunas familias: la mamá, el papá y los hijos dan un paseo matutino comiéndose un helado.

Y si me convirtiese en pato?

Ser agua. Seria genial ser agua por un tiempo, un día, unas horas...y arrastrar esas hojas de la orilla como los malos momentos.

Ser agua, y dejarme mecer por el viento, como si moviera mi pelo. Me encanta esa sensación, es de las más placenteras y de mayor libertad, vaya tontería verdad?

Estar sobre un alto y mirar un paisaje un día de calor, o de frío, y de pronto viene él: el viento,
y te echa el pelo hacia atrás y lo aparta de la cara y lo mueve y lo hace volar despacio.

Y cierras los ojos y lo sientes, como una caricia, como esa caricia que no recuerdas de ningún hombre.

ser agua
ser piedra
ser viento

No habría pasado nada. Nunca pasa nada.


Antonia Mauro del Blanco

Te aseguro que desde lejos he visto el banco, la piedra derretida en pensamiento, el ritual de los patos, la historia barriendo las calles cercanas. Me gusta cómo se suceden la imaginación, los sentidos, las extrapolaciones. Despersonalizarse y acudir al llamado de los caminos paralelos. Volar y volver, restituir espacios y perderse en el aire para casi siempre...

Abrazos y felicidad, Antonia. Gracias por tu aporte.

[Ramón Carballal]

Introspectivas letras. Un reflexión personal sobre la existencia captada en un instante de vida. Me gustó. Un saludo cordial.

[Ventura Morón]

Un diálogo interno que se contamina del derredor que acompaña a las reflexiones. Me gusta como va hilándose esta mirada a la vida, y va acercándose a uno mismo, sosteniendo los propios pasos.
Gracias por compartir, un abrazo