El desengaño capítulo 6 de "La deriva"
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
- Ramón Carballal
- Mensajes: 21345
- Registrado: Vie, 28 Dic 2007 16:24
- Ubicación: A Coruña
- Contactar:
El desengaño capítulo 6 de "La deriva"
-Yo sé que has sufrido, se te nota en la cara. Puedes contármelo si quieres-él aprieta levemente la mano de Berta
-no hay nada que contar Jaime, son problemas del trabajo, en el departamento hay unos celos insoportables
-¿seguro que es eso?, ya no estamos juntos pero sigues siendo mi mejor amiga, me gustaría que me contaras lo que te preocupa
-si no es nada, tuve un bajón estos días
-ya se te ve, has perdido mucho peso
-si, lo sé, son los nervios, pero ya estoy mejor
-recuerdas los batidos que te hacia por las mañanas, eran pura vitamina ¿a qué si?
-claro, eran intragables
-si, pero bien fuerte que estabas
-es cierto, me cuidabas mucho
-estoy dispuesto a cuidarte otra vez, tú lo sabes
-ya es tarde, Jaime
Berta le mira y se pregunta si el niño se parecería a él, si tendría esos parpados caídos y esos ojos huidizos, si su voz, cuando fuera mayor seria tan dulce como la de Jaime. Él también la mira y no entiende qué les ha pasado. Eran felices o al menos él lo era, no había notado nada extraño en Berta, nada les distanciaba, un día ella le dijo que no podía seguir con él, que no era feliz. Fue un palo, se separaron. Berta se quedó el apartamento que habían comprado a medias en el norte de Madrid, después todo se convirtió en un suplicio, tenían que verse casi a diario en la facultad de periodismo, pertenecían a diferentes especialidades pero era inevitable encontrarse en la cafetería o cruzarse en los pasillos, como estás, bien y tú, también bien, me alegro, yo también, no había rencor en su ánimo, solo tristeza y nostalgia, una nostalgia que no se la pudo quitar de encima por mucho que intentara olvidar, cambiar de hábitos, recuperar las amistades que dejó cuando conoció a Berta, volver a frecuentar bares, restaurantes a los que nunca había ido con ella, ver películas de vaqueros o de ciencia ficción, géneros que Berta odiaba, no ir al teatro ni al rastro las mañanas de domingo, ni al Retiro ni a la cuesta de San Bernardo, no repetir nada de lo que hacían juntos; supongo que la quería, en eso se resumía todo y en que la echaba de menos, y le dolía saber que algo le ocurría y que no quería contárselo, cuando él había sido su confidente, y precisamente esa era una de las cosas que mas añoraba, la unión que existía entre ellos , sin hablarse, con la complicidad de una mirada o hablándose, contándose sus sentimientos, sus preocupaciones, sus anhelos, quizá ella fingía y no sentía nada hacia él, puede ser que nunca hubiera sentido nada, ni al principio ,cuando manifestaban su amor en los parques como dos adolescentes, y caminaban cogidos de la mano, dándose besos, ella apoyando la cabeza en su hombro, él cogiéndola por la cintura y ambos diciéndose: cariño, nenita, mi nene, amor mío y esas cursilerías que se susurran los enamorados para que su pareja crea que lo están; si, se sentía como si le hubieran expulsado del paraíso por segunda vez, para qué, para verla así, hecha un esqueleto, con ese pelo corto que acentuaba todavía mas su imagen de campo de concentración, abatida; y ese escuchar ¿ qué le ocurre?¿está enferma? ¿Tendrá cáncer? que le preguntaban los conocidos continuamente. ¿Será eso?¿será que tiene cáncer? Estuvo a punto de preguntárselo, tenia ganas de decirle que la querría más, que lucharían los dos contra la enfermedad, que no le dejara por eso, que al contrario, que él la ayudaría, que entre los dos vencerían, pero se echó atrás cuando una tarde, tomando un café ,decidió tantearla, contándole lo de su prima Blanca, a la que acababan de diagnosticar un cáncer de mama, él, que la conocía tan bien, no vio ninguna reacción que le confirmara sus sospechas, se convenció de que no era ese el motivo y volvió la oscuridad, la incertidumbre , el no saber por qué.
-¿Cuándo te vas?
-el jueves, a las diez de la mañana.
-¿vas en tren?
-si, en el TALGO
-siempre te gusto más viajar en tren que en coche
-si, pero en el nocturno no vuelvo, en los coches cama ponen el aire acondicionado tan alto que acabo resfriada y en litera no sabes quién te puede tocar arriba o abajo. Una vez coincidí con un matrimonio que viajaba con dos bebés. Se pasaron la noche compitiendo a ver quien lloraba más fuerte, era insoportable.
-es una pena que no te gusten los aviones, ahora llegas enseguida a cualquier parte, a Coruña no deben ser más de cuarenta y cinco minutos.
Coruña es un recuerdo, una Atlántida perdida que quiere recuperar. Dieciséis años sin volver. Quería ser periodista y no cejó hasta que convenció a su familia para que la dejara irse a Madrid, porque en Galicia no existía facultad de periodismo. A su hermana, Laura, le sentó fatal, pero ella no tenia la culpa de que no hubiera querido estudiar, le llamaba la preferida de papá y estuvo seis meses sin hablarle, justo hasta que murió su padre y se reconciliaron; ella tuvo que buscarse la vida en Madrid para pagarse la carrera, hizo de todo: canguro, repartidora de telepizza, dio clases particulares, sirvió copas, vivía en una buhardilla de Lavapiés, de veinticinco metros cuadrados, sin calefacción ni ascensor, en invierno una nevera y en verano una caldera, tenia un solo tragaluz, grande, eso si, para lo que era la buhardilla, desde el que podía contemplar, en la cuadratura favorable, la luna llena como si fuera su lámpara particular, los gatos maullaban sus penas y Berta que era una sentimental adoptó a uno negro de ojos azules y la punta de la cola blanca, lo vio una tarde, su figura recortada en el vano del tragaluz, tan escuálido le pareció que abrió una lata de atún que tenia en la despensa para dársela, desmenuzó los trozos en un plato y los depositó a su lado con algo de miedo, el gatito se lanzó con desesperación hacia el suculento manjar y se lo comió en dos segundos, tanta gracia le hizo que se quedó con él y el animal enseguida se acostumbró a su nueva y complaciente vida, a veces respondía con maullidos solidarios a los otros gatos y Berta le decía: “les vamos a dejar las sobras, ya verás”, y salía a la terracita donde con sumo cuidado les ponía en una pota: macarrones, pescado, arroz, cualquier cosa que le hubiera sobrado, y su gatito, Rafael, maullaba complacido viendo a sus familiares comer. “¿Estás contento?”,le preguntaba Berta y él como si la entendiera, daba un salto y se rozaba dando vueltas alrededor de sus piernas. Fueron cinco años duros, terminó la carrera con excelentes notas, no tenia muy claro lo que hacer, algunos profesores la animaron para que se presentara a los exámenes de profesora adjunta, lo hizo, aprobó y entró en el departamento de Actualidad, para dar clases donde hasta hacia muy poco las había recibido. Pero todo eso había terminado, estaba decidida a abandonar Madrid, no le dijo a Jaime cuales eran sus verdaderas intenciones, no le comentó la oferta que había recibido de un periódico de Coruña para ser reportera, ni le dijo que había aceptado sin apenas pensarlo
-¿Qué vas a hacer este verano?-le preguntó Jaime
-seguramente me quede en Coruña ¿y tú?
-tengo dos proyectos, Manuel y Adelaida me han invitado a pasar con ellos unos días en Aguadulce, ya sabes que tienen allí un apartamento, después quizá me vaya una semana a Praga.
Jaime se ha inventado una parte y la otra no. Es cierto que se irá a Almería, pero no es cierto que vaya a ir a Praga, ha sido un guiño inútil, lo ha soltado como el último y desesperado intento por recuperarla. Praga es la ciudad favorita de ambos, fueron nada más hacerse novios, la etapa más intensa de su amor la vivieron allí, esperaba que le preguntara con quién iba a ir, para decirle: contigo, solo podría ir contigo, pero no preguntó, el silencio fue su único comentario, ya no había nada que hacer
-nos llamamos, vale-dijo él
-si, llámame al móvil, mejor
-de acuerdo. Bueno, ya nos veremos
-adiós, Jaime-dijo ella mirando hacia otra parte
Él se levanto y antes de marcharse pensó en darle un beso de despedida, pero no lo hizo.
"El poema eres tú recomponiendo el espejo que cada día rompes".
"Comprender es unificar lo invisible".
"Elijo la lluvia, porque al derramarse, muere".
"El mar está aquí, en tu silencio".
-
- Mensajes: 19647
- Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20
Re: El desengaño"fragmento de La deriva"
Recuerdo bien el fragmento de La deriva donde Berta decidía y moría un poco con las consecuencias. El aborto, el vacío, el reproche, el dolor sin tregua.
Un placer seguir estos textos tuyos.
Gracias siempre por tu participación valiosa, por tu talento en prosa y en verso.
Abrazo grande y feliz 2017, amigo nuestro.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"
Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
- Ramón Carballal
- Mensajes: 21345
- Registrado: Vie, 28 Dic 2007 16:24
- Ubicación: A Coruña
- Contactar:
Re: El desengaño"fragmento de La deriva"
Muchas gracias, Hallie. Aunque solo sea por tu lectura ya merece la pena publicar este texto aquí´. Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para ti y los tuyos en este nuevo año 2.017.Hallie Hernández Alfaro escribió:Qué reconocible y transmisor resulta el pensamiento de Jaime; y qué consistente con su gran e íntima tragedia nos llega Berta.
Recuerdo bien el fragmento de La deriva donde Berta decidía y moría un poco con las consecuencias. El aborto, el vacío, el reproche, el dolor sin tregua.
Un placer seguir estos textos tuyos.
Gracias siempre por tu participación valiosa, por tu talento en prosa y en verso.
Abrazo grande y feliz 2017, amigo nuestro.
"El poema eres tú recomponiendo el espejo que cada día rompes".
"Comprender es unificar lo invisible".
"Elijo la lluvia, porque al derramarse, muere".
"El mar está aquí, en tu silencio".