Gerardo Mont escribió:Oscar, ya hace días que no te leo y quizás por eso noto cambios. Por ejemplo veo una expresión completa (no que antes no lo fuera) y más densa, más rica en recursos metafóricos, en ese lenguaje que aplica el principio de semejanza y que permite una creatividad ilimitada. Me queda la impresión, después de leerte que has dicho lo que realmente has querido, que has dado prioridad al mensaje, al arte de comunicar por la palabra y que la forma las has subordinado a la intención comunicativa, como se debe, como se hace actualmente. Empezar por lo que se quiere decir poéticamente, permite explorar nuevas formas de expresarlo, de condensar el sentimiento, de decir las cosas con un lenguaje propio reconocible, luego lo demás, que sin dejar de ser importante, no debe ser lo primero.
Me ha gustado mucho sentarme a tu mesa. Un abrazo.
Bueno, ante el hecho de que hayas notado "cambios" en mi expresión poética, me gustaría comentarte, a modo de anécdota, que yo publico dos tipos de poemas: los que salen del invernadero luego de mucho tiempo de laborioso cuidado, y los que casi espontáneamente surgen con retoques sorprendentemente rápidos (algunos de estos poemas se encuentran listos en uno o dos días). Este poema es del segundo grupo. Pero, no porque su composición sea de carácter espontáneo su génesis también lo sea. Desde hace años, luego de una terrible confrontación con mi mujer, se me ha quedado grabada esa sensación de pérdida de un gran amor; una sensación que, a cada tanto, resurgía, maduraba, para hacerse patente hoy en un par de versos. El caso es que este poema ha tenido la venia de mi conciencia muy pronto para ser publicada, sin mayores razones para su añejamiento.
En cuanto a las atinadas observaciones que haces sobre el proceso creativo, creo que estoy de acuerdo en eso de que "dije lo que quise decir", aunque no le puse freno a la expresividad, a la forma de decir. Y no sabía de antemano cómo acabaría el poema. Por ejemplo: esa imagen del avión fue una ocurrencia que está relacionada con la palabra "tormenta". En la metáfora, la tormenta sentimental se convirtió en tormenta real, algo que surgió en el instante de la captación del vocablo. Y detalles así que nacen del momento y del misterio poético. También puedo decirte que el poema daba para más versos, aunque siento pánico ante los poemas largos (al modo de los románticos ingleses, donde existen lastimosamente ripios que atentan contra la cualidad de obra de arte).
Decir lo que uno quiere decir y ser claros en el decir son dos cosas distintas. Bien sabemos, amigo, que los enunciados poéticos vanguardistas cambian también a cada tanto; por momentos aparecen rabiosamente herméticos, y luego, en otras épocas, buscan alcanzar una coherencia racional en relación al mundo exterior. Es como si los poetas se cansasen de una visión repetitiva de la realidad y posasen otras miradas sobre la misma. Yo soy partidario de un espíritu multifacético del poeta ante el proceso creativo y el objetivo comunicacional, la lucha contra la voz (o expresión) propia, e ir buscando el poema desde el más oscuro surrealismo hasta el más lúcido realismo. En una palabra: estamos obligados, por una cuestión de honestidad intelectual, de pasar por todos los "ismos" durante el viaje poético que hemos decidido emprender.
Te agradezco y te abrazo, compañero.
Óscar