Barro
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Alejandro Costa
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- Registrado: Dom, 13 Mar 2016 18:27
Barro
Agua adormecida en el trasiego inacabado de una gota.
Agua, atolondrada, extravagante,
en un ritual de cristales sin limpiar.
La arena forma parte de ese juego trivial,
alborotado y latente con el que se abre el recinto
y se cierra el último rayo de luz,
la remota insinuación de una tormenta a punto de estallar.
Y entre cortina y cortina,
a veces, -las más-, casi sirviendo de estorbo,
se encuentran las ganas de pasar inadvertido,
de magullar el tapete, si acaso fuera necesario,
de enredarse en las telarañas
que separan el paradigma de sentirse enemigo,
del polen imaginario de la amistad,
de la fuerza de un decir inacabado
o la bravura de saber callar cuando no disponemos del turno.
Hay demasiado poder de convicción,
o tal vez, una senda con demasiados escollos,
una trasiego dispar,
o una boca cerrada en angustia con sus propias palabras.
Hay un abrazo inesperado,
o un desprecio colgado de la puerta de la entrada,
y en un día de esos que la soledad te toma por compañero,
paseas por la orilla de una playa sedentaria,
con un palo seco en una mano,
una mirada en ayunas,
y el cantar sereno y vagabundo de las olas besando la orilla;
es entonces cuando escribes en la arena
un verso suicida, que como tal,
se disuelve con el abrazo suave del mar.
Y te das cuenta que la vida se asemeja a esa imagen,
te das cuenta que todo está vacío,
que hay que llenarlo, trabajarlo,
que un buen fruto se pudre si no se abona,
que una mañana, no es tal si no se respira,
que ayer puede ser hoy y no tener mañana,
y que somos tan ignorantes
como la capacidad que poseemos para creernos inteligentes.
Es tan cierto como que si somos capaces de decir hola,
tal vez no nos dé tiempo a decir adiós y despedirnos.
Y todo porque un día fuimos héroes,
otro villanos y en la hoguera de nuestros pecados
quedó calcinada la esencia de nuestra alma.
Tengo que sentarme…
Debiera tratar de escribir,
de buscar en el lugar más recóndito de la mente
una microscópica muestra de creación,
una flor en un almendro calcinado,
o quizás el baile sumiso y delicado
de unos dedos al servicio de la poesía.
Pero es tan ligera la brisa,
tan sigiloso el silencio,
que la luz se esconde tras la tarde,
para provocar una sequedad
que me hace palidecer el semblante
hasta acotar las sílabas y ahogar los versos.
¿Qué hacéis ahí?
Los vientos se llevaron los días,
a pesar de que el reloj no marca ya las horas,
de que unos pasos se me antojan un peregrinaje,
y en el aborigen de mi piel arden las sensaciones.
Y, no sé cómo despedir a lo que ayer le di la bienvenida,
no sé cómo tersar esta piel acartonada,
como apaciguar la sombra de los párpados,
cómo pedirle al cielo que no me olvide mañana,
que tal vez ya no tenga sentido,
sentir después de haber nacido,
con el único fin de recorrer un camino
con la puerta de un mañana sin despedida.
Así que aquí estoy,
con todos vosotros,
esperando la lluvia fresca de vuestros versos,
la flor de vuestros almendros,
la luz de vuestro amanecer
y el agua de vuestros océanos.
Aquí estoy, sentado,
casi inadvertido, pusilánime,
esperando vuestra sabiduría.
Y estoy con vosotros,
con los mortales-inmortales,
alfareros, joyeros, doctores,
de las palabras y la belleza.
¡Pinta el papel! ¡Versa!
¡dame el aliento que me falta!
¡Vicente! ¡Ramón! ¡Pascual!
¡Juan José! ¡Walter! ¡Tano!
¡Dame tu sangre!
¡Machado! ¡Lorca! ¡Neruda!
¡Miguel!
¡Dame la fuerza y la fe!
Entre arena y agua,
tan solo me queda barro.
Gracias a todos. Podía haber nombrado más sin duda. Gracias a Vicente Fernández, Ramón Carballal, Pascual López, Juan José Cautivo, Walter Faila, Tano García.
Gracias a Manuel y Antonio Machado, Federico García Lorca, Pablo Neruda, mi querido Miguel Hernández, ¡Gracias!
¡Gracias a todos! por ayudarme a conocer la poesía, por hacerme sentir, cuando leo, cuando escribo… cuando lloro.
Gracias a todos y cada uno de los que formáis parte de éste universo maravilloso. ¡Gracias!
Un fuerte abrazo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
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- Registrado: Jue, 15 Oct 2015 19:22
Re: Barro
Escribir libera, da fuerzas, sana, ayuda, dirige y le da amplitud al lenguaje.
Realmente fascinante, das luz y color con tus palabras a la poesía.
Un abrazo, Alejandro
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Re: Barro
a destellar con la fuerza y el sentir que ambivalente de la metáfora y la sensata y buena inspiración.
un abrazo
más dura es la caída.
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- Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20
Re: Barro
Felicidades, Alejandro.
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Re: Barro
Alejandro Costa escribió:
Pues con ese barro ha s conseguido modelar un exquisito poema que he teidoel gusto de leer-
Un fuerte abrazo
- Rafel Calle
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Re: Barro
- Lunamar Solano
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Re: Barro
Muchas gracias a ti por hacernos parte de tu infinito...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy