Agradecido estoy por tu visita y tu atinado comentario. Me encantó esta expresión: "esa aparente sencillez sainziana", porque es la verdad incuestionable, y porque suena muy bien. Creo, incluso, que hay algo nuevo en este estilo, algo que hemos aprendido de él. No es una poesía de la experiencia, que pretende recuperar recuerdos de la infancia, de la juventud, para destacar la soledad, la tristeza y el inconformismo con la sociedad. Esto es distinto, esto es como crear una extrarrealidad casi onírica a partir de anécdotas, buscando el sobrecogimiento que provoca la poesía pura, sin intencionalidad social alguna. Es como el disfrute apolítico (la extática china) de la belleza. Sabemos que la obra, su entramado, no es tan real como se cuenta, pero, al mismo tiempo, creemos en su veracidad, en la autenticidad que trasmite el mensaje. Para aclarar un poco más la forma de encarar este estilo, te comento que en la génesis del poema no existe un relato lineal de un suceso autobiográfico, sino la suma de varios y en distintas épocas. Por ejemplo: el vuelo con mi tía existió; pero, el niño de las galletitas es de otro momento, de otra época, de otro lugar de mi vida; y la pelirroja Zully, que también existió, fue un amor infantil de dos años más tarde que el vuelo. Así, pues, como en un puzzle, la historia se armó en la mente, como una historia revelada. Esto, por supuesto, después de mucho meditar sobre la poesía de José Manuel Sáiz.Pablo Ibáñez escribió:Óscar,
me ha gustado el poema, amigo. Me gusta la manera como lo planteas, con esa aparente sencillez sainziana y esa ternura. La historia llega convincente y verdadera.
Un abrazo.
Un abrazo, amigo.
Óscar