Rafel Calle escribió:
Ahí van mis opiniones sobre el tema que suscita Óscar. Nuestro amigo se esfuerza en revitalizar el debate, propone asuntos que se prestan a discusión y, desde luego, tal cosa creo que es de agradecer. Precisamente, para eso está este subforo.
No creo que el poema se deba corregir continuamente. No creo que el poema sea una emanación divina. No estoy de acuerdo con Verlaine ni con Paz, ambos maestros, grandes autores, tenían sus opiniones que, en este caso, un servidor no comparte.
Es lo mismo que hacía Antonio Gamoneda; el maestro, desde siempre, se ha dedicado a corregir sus poemas, hasta hoy; a día de hoy, prefiere escribir poemas nuevos.
En fin, unos autores trabajan con sus obras ya escritas, las reescriben o, simplemente, las retocan; bien, hacer eso no está mal, siempre y cuando no sea un asunto obsesivo, como, por ejemplo, en Verlaine y Paz, sus opiniones rayan la obsesión, demasiado tajantes.
Luego están los que prefieren escribir nuevos poemas, dejar los ya escritos como un documento de sus distintas etapas evolutivas. De acuerdo, tal proceder no está mal, siempre y cuando no se convierta en una obcecación, es decir, pensar que el poema una vez escrito no se toca bajo ningún concepto. Quiero decir que todos los casos en que existan monomanías, serán perniciosos para la evolución positiva de los autores. Implican cerrazón, algo que en el arte no es beneficioso en ningún caso.
Seguiremos, amigos.
Abrazos.
Bueno, Rafel, antes que nada agradezco tu intervención, la cual enriquece este posteo. Realmente, el problema que a mí me preocupa es el tema de la negación a corregir, de la sacralización del texto poético. Y, me preocupa, fundamentalmente en nuestro foro, porque considero que es un impedimento para la evolución, para la búsqueda de la excelencia. Que no se me malinterprete por lo que voy a decir: si un poeta no corrige y no estudia preceptiva, es casi imposible que salga de un pantano creativo que forma la repetición, la escritura poema tras poema sobre los mismos vicios semánticos y formales. Yo no descalifico ningún poema, ni siquiera digo que sean malos poemas; simplemente, repito, no ayudan para la evolución. Un poeta puede pasar escribiendo diez años sin salirse del formato que ha creado y sin buscar perfeccionar sus "armas creativas" La verdad es que la palabra “corrección” no me gusta, creo que no es la indicada (puede confundir, debido a que da a entender una deficiencia inaceptable). Más bien, me gusta la palabra “lima” para significar el acto de realizar pequeños retoques (o substanciales, en casos graves) que ayuden al poema a acercarse a su perfección. A veces puede ser la eliminación o el cambio de sitio de una coma, a veces el hallazgo de un sinónimo que le brinda más plenitud al verso, a veces un cambio del título del poema, a veces retoques en la métrica para ajustar la armonía, a veces la limpieza de asonantes para eliminar zonas inarmónicas, a veces para eliminar cacofonías, a veces para eliminar adjetivos redundantes, etc., etc., Estos son, básicamente, los ejemplos que deberían entenderse como “corregir”.
De ahí que, muchos grandes poetas que adoptan la práctica de limar sus obras, los hacen periódicamente, sin obcecaciones, hasta la muerte. Lo hacen cuando el azar hace que vuelvan a leer un poema suyo, cuando están por editar un libro, cuando, frente a una lectura cualquiera, o a una observación pictórica, o a una ejecución musical, o a cualquier manifestación de la vida, etc., sienten una revelación ante un remate de poema que no estaba conformando al espíritu, o simplemente ante un verso que nunca satisfizo a su autor. En este punto es bueno recordar que existen, claro que sí, los poemas “abandonados”; es decir, aquellos que consideramos ya intocables, porque creemos haber sacado todos los pelos de la leche. Aunque yo, personalmente, considero que pretender haber alcanzado la perfección en un poema es sólo una ilusión.
Y por último, quiero decir que, para mí se puede dar sin ningún tipo de mortificación, el acto de escribir nuevos poemas con el acto de limar los antiguos. Al menos, ese es mi caso: a cada tanto escribo un nuevo poema, y todos los días leo mis poemas antiguos para corroborar sus estados de consumación. Y me consta que en el foro hay poetas que hacen lo mismo.
Coincido contigo, Rafel, en que siempre hay que evitar todo lo que tienda a lo enfermizo, a la obsesión autista.
Saludos.