
Por qué, amor, es origen de esos fuegos arcanos
que sus llamas nos queman y las almas se abrasan
cuando notan avisos de mensajes cercanos
y perciben latidos que los pechos traspasan.
Por qué, amor, siempre ha sido esa eterna aventura
en la que los humanos, con la excepción de alguno,
afanosos buscamos a esa nueva criatura
que será el necesario complemento oportuno.
Y por qué enamorados nos sentimos dichosos
y cual seres alados como hadas de cuento
nos creemos mutados como bellos, hermosos
y gozamos un tiempo el placer del momento.
Y es que, amor, su sentencias, son perpetuas condenas,
que nos unen con gratas y amorosas cadenas.