Sorpresa que late entre los pliegues de un susurro
y esconde un suspiro en la promesa de una mano errante,
de una caricia al viento, o en el calor de un beso al deseo, para descorchar
la magnitud de las sensaciones cansadas, o una colección de trozos vividos
para simplemente, acostar los sueños y rezar apasionadamente la vida
en una luna que silenciada aguarda los misterios de un camino sin velos.
Vivir al fin para que la pátina del alma cristalice regalando nobleza
y en la pequeñez de los astros, se transformen las esencias
para construir los todos anodinos
o el epicentro de una ternura fallida
o el concepto de un beso
o las delicias que imprime el silencio
o la indecencia del placer que vuela para encontrar su nido
o el susurro de los trenes que partiendo, pintan estelas
o simplemente la música que esparcirá las cenizas de lo que hemos sido.
En esas palabras que demostrando la existencia de sus creaciones,
jamas se sientan, ni ceden, y deambulan en el único adelante de sus realidades
y adecuadas, aprovechan las brisas de las olas que sin playa se suceden
para enjugar de vida el instante, empeñando el absoluto
estrujando los planes, que no comprendidos
invitan la vida, no perdida, tan solo vivida
para plantar la semilla, desconocida del amor eterno.