Lonos, demonio divino.
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
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Lonos, demonio divino.
El gordo cruzó la calle en busca de agua, entró a un patio frondoso y echandose de bruces bebió el agua fresca y estancada de una fuente.
La superstición es aliada del miedo-murmuró- es tiempo de saquear, acumular y huir.
Lanzó varios chiflidos que fueron contestados y a los pocos minutos dos hombres y una mujer llegaron con botellas de licor y cigarrillos.
Qué, asaltaron la bodega?
La mujer soltó una carcajada.
-Jajaja- rió de buena gana el de mayor estatura- los demonios no beben licor sino sangre.
-Y los zombies también- tronó el gordo llevandose el pico de la botella a la boca y bajando el aguardiente por su esternón.
Dinos Mélida, como mierda la gente se aterrorizó y se marchó del pueblo?
La mujer se dio un trago, prendió un cigarrillo y lanzó una bocanada espesa y pestilente.
-Ustedes llegaron tarde, pero yo si fui testigo de como sucedieron los acontecimientos.
-Cuentanos-dijo el gordo-deseamos saber pues por el camino hacia acá escuchamos historias espeluznantes que por supuesto no creemos.
-Pues bien, todo comenzó cuando dos mujeres amanecieron desmembradas en la calle principal, había brazos, piernas, torsos, cabezas y tripas en un radio bastante grande y el asesino escribió con sangre en las paredes.
Soy Lonos, el demonio divino.
-Como deben imaginar los pobladores se asustaron, la policía indagó si habían forasteros en el pueblo, donde nunca había ocurrido un crimen desde su fundación de hace dos siglos,
interrogaron a tres hombres que se hospedaban en la fonda de Juanes y luego los dejaron marchar.
-Después del atardecer la gente se trancaba en sus casas, y solo los cuatro policías del pueblo hacían su ronda, una noche se escucharon gritos y disparos y al día siguiente los cuatro policías desaparecieron sin dejar rastro, muchos pensaron que habían ido en persecución del asesino pero nunca regresaron.
Pasó un mes y todo indicaba que la tranquilidad volvía cuando de repente seis niños que jugaban en el parque fueron atacados por un ave desconocida de muchos colores que les arrancó los ojos.
-Dos murieron y los otros quedaron en tinieblas.
-Algunas familias comenzaron a marcharse, llevando sus cosas en carretas tiradas por caballos, pero fueron asesinados a las afueras del pueblo.
-Esa noche todos nos armamos de machetes, cuchillos y escopetas y nos atrincheramos en la alcaldía junto al señor alcalde que aseguraba haber enviado mensajeros en busca de ayuda al pueblo más cercano.
-Como a las tres de la mañana los que estabamos en vela escuchamos que algo pesado caía sobre el techo, el edificio se estremeció y una basurilla opaca bajó al piso.
El alcalde le ordenó a los hombres con arma de fuego salir y explorar, unos diez salieron a la intemperie y miraron hacia el oscuro tejado pero nada descubrieron.
Entraban en fila a la alcaldía cuando el último dió alaridos espantosos, nos asomamos de golpe a las ventanas y alguién guió la luz de una linterna hacia el hombre que pedía ayuda.
Quedamos petrificado, un ser deforme de largos cabellos, pómulos salientes, ojos fosforecentes y garras afiladas estaba sentado sobre el infeliz, era de descomunal estatura de amplio pecho y estaba desnudo.
Sus garras le abrieron el vientre al moribundo y sentimos su boca succionar la sangre y devorar las humeantes visceras.
Una descarga atronadora sacudió la medianoche y un aullido estridente brotó de la garganta de aquel ser, las balas lo alcanzaron, entonces mal herido y sangrando dio un descomunal salto y rompiendo con su poderoso cuerpo una de las ventanas cayó dentro de la alcaldía, pudo matar a tres hombres con sus garras pero varios disparos dieron en su cráneo, abrió la boca desmesuradamente, dejando al descubierto hileras de dientes afilados como navajas y un estertor ronco salió de su garganta y se fue apagando junto a sus convulsiones,
quedó tendido en medio del salón, muerto.
Mélida hizo silencio, dandose un largo trago.
El gordo se estremeció.
Carajo, entonces era cierta la historia.
Como te la he contado- dijo la mujer.
-Qué hicieron con el cadaver?
El alcalde mandó quemarlo pegandole fuego a la alcaldía.
-Por qué te quedaste? le preguntó a la mujer el tercer hombre, esmirriado y pequeño.
-Porque soy ambiciosa, pensé que era el momento oportuno de robar joyas y dinero y comenzar una nueva vida en otro lugar más próspero, me escondí en el sotano de mi casa y esperé, sabía que el pueblo había sido declarado maldito por el alcalde que ordenó desalojarlo de inmediato, estuve doce horas oculta, cuando decidí salir comencé a robar en las casas de la gente pudiente que no tuvieron tiempo de llevarse nada, y al cuarto día aparecieron ustedes tres.
Por qué no te ocultaste- insistió el pequeño- pudimos haberte violado.
Mélida lanzó una carcajada estridente.
Me di cuenta que ustedes eran bandidos, gente sin escrúpulos y me agradan los tipos duros,
compartiremos nuestro botín y como los tres me gustan seré la mujer de los tres, me encantan las orgías - y abriendo las piernas dejó al descubierto su vagina peluda, grande y jugosa.- esta noche deseo que me lo hagan los tres a la vez.
Los hombres quedaron sorprendidos y a la vez hechizados, no esperaban aquella seductora noticia, sus corazones comenzaron a palpitar con fuerza y sus ánimales flácidos recobraron la dureza, tanto tiempo sin hembra y ahora serían afortunados de tener aquella joven mujer, alta, bella, de senos abultados y duros y un trasero descomunal, que más se le podía pedir al destino, si les daba dinero fácil y sexo en abundancia.
Los cuatro estaban ébrios, abrieron otra botella de licor y se la fueron pasando de mano en mano mientras ellos se turnaban para besarla y acariciarla con una lascivia que solo el alcohol es capaz de producir.
La abrazaron y el gigante la cargó en sus musculosos brazos y se fueron dando tumbo en busca de un lecho mientras cantaban.
Gloria a Lonos el demonio,
por él somos afortunados,
tenemos un ángel alado
que llevamos al dormitorio.
Esta noche es de insomnio
nadie diga.Estoy cansado
Lonos será nuestro aliado,
vendrá desde el Pandemónium.
De una patada abrieron la puerta de una casa y se internaron hasta el aposento donde había una cama amplia y con sobrecamas de seda, depositaron a Mélida que se retorcía y gemía de placer y las seis manos la fueron desnudando al principio con suavidad y luego arrancandole la poca ropa que le quedaba, la espléndida desnudez de la joven se dibujó bajo la tenue luz, afuera se escuchaba silbar el viento levantando una polvareda oscura, invisible.
Los hombres, se desnudaron, sus respiraciones se hicieron densas, pedregosas y sus penes erguidos y amenazantes se alinearon al borde de la cama.
La mujer se masturbaba con fuerza, ellos le sobaban los senos, el cabello , la espalda, sabiendo que llegarían a la humedad sagrada, el olor a sexo flotaba mientras la tormenta arreciaba estremeciendo las casas del pueblo.
Mélida se puso en cuatro de frente a los penes erectos y lentamente su boca entreabierta se acercó al más largo, grueso y apetitoso, el hombre gimió de placer al sentir el calor de los labios y la humedad de la saliva, cerró los ojos y disfrutó el éxtasis, los otros se masturbaban esperando su turno.
Entonces el hombre sintió como su falo se hundía profundo hasta la garganta y estaba a punto de correrse cuando un dolor profundo le revolvió las entrañas.
Abrió los ojos y vió con horror que ya no tenía pene, había quedado cercenado en la boca de Mélida.
Los tres lanzaron gritos desesperados que se escucharon lejos, allí sobre el lecho ensangrentado ya no estaba la bella y joven mujer y si una bestia de piel escamosa , áspera , cabellos que se movían en todas direcciones y ojos saltones y fosforecentes, su filosa dentadura masticaba la carne arrancada mientras sus punzantes uñas desgarraba vientres, los abría en canal y los mondongos e intestinos caían pesadamente sobre el piso.
Pasaron dos siglos y el pueblo quedó sepultado por el perenne polvo huidizo del desierto, traído por las tormentas y cuentan los viajeros que se aventuran por esa tierra desolada e inhóspita que se escucha un susurro que se pierde en las dunas.
Lonos, Lonos.
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Un gran aporte; muchas gracias por compartir.
Saludos cordiales.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"
Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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