Las hojas perennes

[Miguel Alcantud]

Me descubrí en tus impulsos
y en tus ocultos remansos,
los pasos de tu alma me hicieron necesario.

Me cobijó tu abrazo desprendido
y mi camino te quiso entre espinas y sedas;
entre silencios y gritos;
en las calles sin salida
y en la vida inusual de mi diario
que se llenó de ti.

Se quedó mi calvario
en el anónimo caudal de un calendario incompleto
y me fui tras tu fin a hacerme agua;
para escribir tu campo y llenarlo de tormentas;
para entregarte puertas sin salida
y heridas viejas.

Me dispersé en las tejas de tu frente
y desde allí, te divisé perfecta,
templada,
insolente.

Me convertí a la fe de tu caricia
y me inmolé en tu hoguera de esperas, sin retorno.
Me retraté en tus ojos, desnudo;
sin prisa ni vergüenza.
En tu presencia fui perpetuo y mudo,
incipiente y perfecto.

El mundo se detuvo ante tu vientre
y me quedé pendiente de tu boca;
entre tus senos durmientes y tus suelos de amapola;
colgado de esos dedos que me hicieron diferente;
camino al mar prohibido de tus ropas.

Y, al fin,
en las sillas de tu teatro irreverente, me senté,
y te sentí maravilla tratando de sentirme diferente;
entre las hojas perennes de otra vida.

[Miguel Ángel Martínez Góm]

Precioso poema, amigo Miguel, que he disfrutado.
Un abrazo

[curra anguiano]

Es una maravilla, que transporta a esas escenas irrepetibles, que todos guardamos de nuestra historia.

Me convertí a la fe de tu caricia
y me inmolé en tu hoguera de esperas, sin retorno.
Me retraté en tus ojos, desnudo;
sin prisa ni vergüenza.
En tu presencia fui perpetuo y mudo,
incipiente y perfecto.



Un millón de gracias

Curra

[Miguel Alcantud]

Precioso poema, amigo Miguel, que he disfrutado.
Un abrazo

Muchas gracias Miguel Angel.

[Miguel Alcantud]

Es una maravilla, que transporta a esas escenas irrepetibles, que todos guardamos de nuestra historia.

Me convertí a la fe de tu caricia
y me inmolé en tu hoguera de esperas, sin retorno.
Me retraté en tus ojos, desnudo;
sin prisa ni vergüenza.
En tu presencia fui perpetuo y mudo,
incipiente y perfecto.



Un millón de gracias

Curra

Muchas gracias Curra.

[J. Paz]

Tremenda sensibilidad en tus versos. Precioso poema. Un abrazo,

Judit

[alejandro guardiola]

He disfrutado mucho leyendo tu poema

[Miguel Alcantud]

Tremenda sensibilidad en tus versos. Precioso poema. Un abrazo,

Judit

Muchas gracias por tus palabras.

[Miguel Alcantud]

He disfrutado mucho leyendo tu poema

Muchas gracias Alejandro. Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Miguel,

me ha gustado mucho el poema, amigo. Me gusta la manera cómo haces al narrador absolutamente dependiente de la figura amada, enfoca toda su existencia a ella hasta el punto de fundirse con su imagen desesperadamente. Me ha gustado también el uso de la rima dispersa, tal vez un poquito demasiado machacona entre la última y penúltima estrofa


El mundo se detuvo ante tu vientre
y me quedé pendiente de tu boca;
entre tus senos durmientes y tus suelos de amapola;
colgado de esos dedos que me hicieron diferente;
camino al mar prohibido de tus ropas.

Y, al fin,
en las sillas de tu teatro irreverente, me senté,
y te sentí maravilla tratando de sentirme diferente;
entre las hojas perennes de otra vida.

Me ha gustado mucho.

Un abrazo.

[Miguel Alcantud]

Miguel,

me ha gustado mucho el poema, amigo. Me gusta la manera cómo haces al narrador absolutamente dependiente de la figura amada, enfoca toda su existencia a ella hasta el punto de fundirse con su imagen desesperadamente. Me ha gustado también el uso de la rima dispersa, tal vez un poquito demasiado machacona entre la última y penúltima estrofa


El mundo se detuvo ante tu vientre
y me quedé pendiente de tu boca;
entre tus senos durmientes y tus suelos de amapola;
colgado de esos dedos que me hicieron diferente;
camino al mar prohibido de tus ropas.

Y, al fin,
en las sillas de tu teatro irreverente, me senté,
y te sentí maravilla tratando de sentirme diferente;
entre las hojas perennes de otra vida.

Me ha gustado mucho.

Un abrazo.

Muchas gracias por tus consejos, Pablo. Un abrazo

[Rafel Calle]

Recordando a Miguel Alcantud.

[E. R. Aristy]

Me descubrí en tus impulsos
y en tus ocultos remansos,
los pasos de tu alma me hicieron necesario.

Me cobijó tu abrazo desprendido
y mi camino te quiso entre espinas y sedas;
entre silencios y gritos;
en las calles sin salida
y en la vida inusual de mi diario
que se llenó de ti.

Se quedó mi calvario
en el anónimo caudal de un calendario incompleto
y me fui tras tu fin a hacerme agua;
para escribir tu campo y llenarlo de tormentas;
para entregarte puertas sin salida
y heridas viejas.

Me dispersé en las tejas de tu frente
y desde allí, te divisé perfecta,
templada,
insolente.

Me convertí a la fe de tu caricia
y me inmolé en tu hoguera de esperas, sin retorno.
Me retraté en tus ojos, desnudo;
sin prisa ni vergüenza.
En tu presencia fui perpetuo y mudo,
incipiente y perfecto.

El mundo se detuvo ante tu vientre
y me quedé pendiente de tu boca;
entre tus senos durmientes y tus suelos de amapola;
colgado de esos dedos que me hicieron diferente;
camino al mar prohibido de tus ropas.

Y, al fin,
en las sillas de tu teatro irreverente, me senté,
y te sentí maravilla tratando de sentirme diferente;
entre las hojas perennes de otra vida.

Hermoso poema, Miguel Alcantud. Deseándote salud y poesía dondequiera que estés, amigo poeta.

[Marisa Peral]

Que buenos poemas nos dejó Miguel, que siguen por la Bodega de Alaire.

Un abrazo que espero te llegue, compañero, y Feliz 2021.