Gracias, amigo Manuel, por tu paso y generosos comentarios.Manuel Alonso escribió:Hermoso y profundo poema amigo, uno de los que más me han entusiasmado, gracias y un abrazo.
Un abrazo.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
E. R. Aristy escribió:
Pudiera interpretarse que ese mar y ese dios ocultos en la profundidad, son la esencia potencial del ser humano. Oro, canto, sangre, sueño se ajan en la espera y en la hipervigilancia por una entrada triunfal...pero es esa imagen del ángel «que se incendia» la más cercana realidad que experimentamos; ardemos en nuestra propia energía y nos consumimos en la muerte... la otra sugerencia probable es que se estuviera esperando por el Dios que nos prometen las religiones, un Dios para que nos salve del fuego caótico que somos. Destrucción o Vida eterna, ahí «oscila el sueño».
Claro que éstas son meras interpretaciones, el sueño que sueña el soñador es la realidad última. Un viaje extraordinario leerte, Ferreiro. Abrazos, ERA
J. J. M. Ferreiro escribió:El mar y el dios a veces
dan pena, tan inhóspitos
en su oscura profundidad.
También es despiadada
la vigilia de un hombre solo:
El ángel que se incendia
hasta convertirse en un viento
revuelto y seco
que va esculpiendo
los rizos de la tierra.
Somos el resplandor de un sueño.
La ofrenda que se aja
en el oro del canto.
Mitsy Grey escribió:Poeta Ferreiro, un poema para la imaginación que nos hace arder
desde lo metafísico del concepto en nuestras propias intimidades,
llámese vanidad o ambición... todo lo que atañe al ego y nos sacraliza
como ángeles del cielo o del infierno. Un gran disparador de reflexiones,
su poema, más que brillante. Felicidades.
Un saludo cordial... Mitsy
Gracias , querida Hallie. Siempre es un honor tenerte por aquí.Hallie Hernández Alfaro escribió:Los versos rasguñan la arena blanca, deshacen el rito, avalan el latido y sus ecos.
Me ha encantado el poder de síntesis, la belleza, la evocación. Magnífico final, querido amigo.
Abrazos y enhorabuenas.
J. J. M. Ferreiro escribió:El mar y el dios
a veces
dan pena, tan inhóspitos
en su oscura profundidad.
También es despiadada
la vigilia de un hombre solo
—El ángel que se incendia
hasta convertirse en un viento
revuelto y seco
que va esculpiendo
los rizos de la tierra.
Somos el reflejo de un sueño
—la ofrenda ajada
en el oro del canto.
Gracias, Pablo, por tu paso y generoso comentario.Pablo Ibáñez escribió:Ferreiro,
me gusta mucho, amigo.
Un abrazo.