OTRAS PRIMAVERAS

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Raul Muñoz
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OTRAS PRIMAVERAS

Mensaje sin leer por Raul Muñoz »

Andaba a grandes zancadas hacia el metro, sentía una sensación muy desagradable cuando su vista se perdía en el horizonte. Mientras caminaba introducía sus manos en el macuto y agarraba con fuerza su libro de bolsillo, en sus oídos no dejaba de retumbar el tráfico de la ciudad. Corrió cuando vio la primera boca de metro y en ella entró. Se sentó en el anden y saco su libro: «La metamorfosis». F. Kafka.

Llevaba posiblemente cerca de una hora sentado en aquel andén y aún no había conseguido pasar de la primera frase: «Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto». Una chica joven se sentó a su lado y le preguntó qué era lo que leía. El señor K se sobresaltó, no tenía nada preparado para escapar de una encerrona. Nunca en el andén del metro se había encontrado en peligro, era la primera vez que le sucedía, algo insólito. Enmudeció y casi sin levantar la vista mostró el libro. La chica cogió el libro.

— ... um, parece interesante, quizás podrías explicarme de qué habla este libro. —dijo la chica, sin ni siquiera saber que demonios era eso de la metamorfosis o quién era F.Kafka.

Devolvió el libro al señor K, que alargando la mano y mirando de reojo vislumbró una afable sonrisa. De repente fue como si despertara de un sueño, reconoció algo parecido a una voz humana y no aquellas voces farragosas y lejanas que siempre escuchaba.

—Hola, me agrada que te intereses por lo que leo. ¿Cómo te llamas? —se animó a decir el señor K.

Reconoció su propia voz como humana. Volvió a sentirse lo suficientemente humano como para hablar con sinceridad a aquella chica. Y le explicó que se sentía muy solo y extraño desde que se levantó aquella mañana, como el monstruo del libro.

—Todos nos sentimos solos a veces, pero ves, ahora no estas solo. —dijo la chica sonriendo y abrazándolo.

Los dos sentados en el andén se fundían en un largo abrazo junto al libro de Kafka. La gente que pasaba se los quedaban mirando y aquello les resultaba muy extraño, dos desconocidos abrazándose en el metro de Madrid; sin lugar a dudas era algo poco habitual. Otra chica que se sentó al lado de ellos no pudo resistir la tentación y miraba con atención el libro, le resultaba extraña la palabra metamorfosis y sentía curiosidad. Mientras tanto, multitud de sombras siniestras deambulaban por el andén, cual errantes viajeros solitarios que perdieron su último tren.

La chica lo invitó a tomar café en su casa. Le propusó que leyeran aquel libro los dos juntos, ya que él nunca había sido capaz de ir más allá de aquella primera frase. Aquella tarde pasaron horas leyendo y cuando iban casi llegando al final de la novela encontraron un papel plegado. Él se avergonzó, su rostro languideció y sólo, tras sentir el calor de unas manos que le acompañaban, se armó de coraje para relatar aquella historia. Le explicó a la chica que se trataba de un poema que había escrito un niño que se lo ofreció para que lo guardara. Desplegó aquel papel y los dos pudieron leer atentamente:

« Se tapó la boca del niño que trago una mosca, y aun así imaginó mariposas...

Crecieron lúgubres campanillas en sus labios que cual luciérnaga en un beso se iluminaron...

Hojas secas de sus manos colgaron y cayeron en un frondoso abrazo de pájaros enjaulados...

Enjambres avispados zumbaron alrededor de sus parpados y una mirada firme comprendió a quienes estaban asustados...

Se deshizo en una mañana y rodó en pendientes de crisálidas que se abren a la vida, y fue mundo invisible que inspira vida...

Retrato de agua que imagina una sonrisa cayendo cual lluvia fina, aterciopelado en sueños con camisa fina y gracia divina...

Se desparramó fruta silvestre de su boca y alimentó la ilusión que vuela y picotea sin descanso, en busca de alimento...

Explotó en presencias que persiguieron a la muerte y silbó ráfagas de colores que iluminaron a la mosca atrapada en el silencio y la oscuridad...

Cuál paño acogió a la anciana sabiduría que se cubre el rostro por vergüenza
y se rio de la estupidez y del paso del tiempo; siendo el anciano niño también".

El señor K lloró de tristeza y alegría. Los dos acabaron de leer el libro, lamentándose por el final, pero sabiendo que es posible la metamorfosis; nunca es demasiado tarde. Siempre habrá otras primaveras.
Hallie Hernández Alfaro
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Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Interesante tu relato. Bienvenido seas al foro de prosa. Te invito cordialmente a que leas el material que tenemos aquí y nos aportes tus impresiones.

Muchísimas gracias por compartir.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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Raul Muñoz
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re: OTRAS PRIMAVERAS

Mensaje sin leer por Raul Muñoz »

Gracias a ustedes por acondicionar un espacio donde compartir textos.

Me acomodare para seguir compartiendo textos y lecturas.

¡Un saludo! [img]images/smiles/icon_biggrin.gif[/img]
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