todo (dm)

[Macedonio Tracel]

Todo (dm)

verde o cejijunto, el sueño ha sido
para mí un monstruo de arroz
tal vez tibio
o tal vez
lechoso inmune a mí.
Debió caerse de un dolor habitante
que no pude constatar dormido.

Así todo, cuando llegó este brillo desde
los vidrios de la calle y me besó los umbrales
nunca pude suponer un corte, todo
lo que pudo crisparse hasta ser amarillo.

Si hablarte no lo fuera o si al menos
no quedara en este palmo a palmo la vista
desnudando mi voluntad desdentada.
Si amarte fuera alguna última vez para el frío,
como una profundidad tardía, rota de vodka,
como una tela negra impensada
que sirve para raspar los que parecen
espacios diminutos.
Nunca pensé que iba a poder contar esto
de quedarme aquí, apoyarnos en el frío
que no fue lo que aquí encontramos,
la noche concibiendo su raíz entre orejas dispuestas,
órbitas de las que todas las cifras resbalan
como un pensamiento. Lo que yo sabía no pasó,
un sol oscurecido pudo una mujer llevarse por fin
a tiempo sobre sus hombros hasta otra luna
hasta otro desierto y resplandecer
en las esquinas, la noche en buenos aires
fue un cielo donde se pudo caminar
por la brecha de mi desolación,
sentir de una vez lo que otros no saben:
que la noche siempre buscará
un rostro para sí misma, donde esté,
no importa, la calle
es un ardor-bello-que-resbala
y a veces sentir el espanto de la lucidez,
sonreír ese instante en que se puede desarmar
lo que el día deja con aliento a foto vieja.
Deben saber que los tiempos para mí
nunca han sido perfectos.
Esto me obliga a una cierta crudeza
con la que un niño pregunta,
aprendí esto hace rato,
lo que escribo solo amasa lo inútil
hasta ser un polvo seco, allí el calor suelta
una renuncia, una mujer gestos, redime en
sus caricias para que la noche no intente
seguir de largo. Frente a cada vez
un sol antiguo rueda. Porque todo
en el poema quizá, hay que decirlo,
fue haberte conocido, fue un tiempo inmenso
intenso, valioso, difícil de mensurar.

[Carmen López]

Sin duda un tiempo inmenso...

[Luna de Nos]

Todo (dm)

verde o cejijunto, el sueño ha sido
para mí un monstruo de arroz
tal vez tibio
o tal vez
lechoso inmune a mí.
Debió caerse de un dolor habitante
que no pude constatar dormido.

Así todo, cuando llegó este brillo desde
los vidrios de la calle y me besó los umbrales
nunca pude suponer un corte, todo
pudo crisparse hasta ser amarillo.

Si hablarte no lo fuera o si al menos
no quedara en este palmo a palmo la vista
desnudando mi voluntad desdentada.
Si amarte fuera alguna última vez para el frío,
como una profundidad tardía, rota de vodka,
como una tela negra impensada
que sirvió para raspar en los que me parecían
unos espacios diminutos.
Nunca pensé que iba a poder contra esto,
quedarme aquí, apoyarnos en el frío
que no fue lo que aquí encontramos,
la noche concibiendo su raíz entre orejas dispuestas,
órbitas, de las que todas las cifras resbalan
como un pensamiento. Lo que yo sabía no pasó,
un sol oscurecido una mujer pudo llevarlo por fin
a tiempo sobre sus hombros hasta otra luna
hasta otro desierto y resplandecer
en las esquinas, en la noche de buenos aires
que fue un cielo donde se pudo caminar
por la brecha de mi desolación
y sentir de una vez lo que otros no saben:
que la noche siempre buscará
un rostro para sí misma, donde esté,
no importa, la calle
es un ardor-bello-que-resbala
y es sentir el espanto de la lucidez
y sonreír ese instante que puede desarmar
lo que el día deja con aliento a foto vieja.
Deben saber que los tiempos para mí
nunca serán perfectos,
esto me obliga a la cierta crudeza
con que un niño pregunta
y aprendí a hacer esto hace rato,
lo que escribo solo amasa lo inútil
hasta ser un polvo seco, allí el calor
suelta su renuncia, una mujer sus gestos,
sus caricias para que la noche no intente
seguir de largo. Frente a cada vez
un sol antiguo rueda. Porque todo
en el poema quizá, hay que decirlo,
fue haberte conocido, fue un tiempo inmenso
intenso, valioso, difícil de mensurar.

Macedonio, cuando lo leí y puse 'conectar' para poder comentar algo sobre este 'todo', pensé justamente en ese hecho fortuito que significa 'ingresar' en el espacio virtual para dejar alguna palabra, y lo que significa, en la vida, 'conectar' con alguien.
Aquí se puede hacer un pararlelismo con la electricidad, y si la conexión no es buena habrá disfunción, y si lo es, un inmenso brillo iluminará, y entonces uno puede intentar explicarlo, pero los matices son intransferibles, y cada quien intentará una aproximación a esa luz, quizás comparándola con la que -con suerte- tenga, para alcanzar su dimensión, pero aún en la más esmerada explicación, sólo quien la ve, sabrá cómo ilumina. Es lo que me está pasando a mi, cuando intento decirte que los brillos, llegaron hasta este lado del charco.
Abrazos, Luna.-

[Hallie Hernández Alfaro]

Fue no, ES inmenso, y aumentará el volumen hermoso. Vos creéme, si?

Abrazos.

[M. Sánchez]

Hay poemas que dejan esa huella inequívoca de la fuerza poética de su autor, una fuerza poética que diferencia los muy buenos de los normales, este poema la tiene. Ha sido un placer pasar por este escrito.
Un fuerte abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

Maravilloso paseo por la inmensidad del amor, Macedonio.

Tu poesía siempre tiene la magia de las metáforas originales a la vez que la intensidad de la pasión.

Excepcionales versos
Un fuerte abrazo
Ana

[Isabel Moncayo]

Ay, Macedonio, creo que estás gravemente enamorado, sí, y nosotros afortunados nos asomamos a este todo tuyo tan íntimo para quedarnos prendados de este decir que sólo el amor puede dejar fluir de esa manera.

Me encantó, un verdadero placer. Abrazos.

[Bruno Laja]

Soy el eco de Hallie, hazle caso. Llevo un rato sonriendo, si entra mi hermano al cuarto me hace una foto, o me pregunta qué fumé. Si viene mi sobrino me quita el ordenador.
Abrazo fuerte.

[Marius Gabureanu]

Volver al Todo. Hacerlo posible. Renunciar a los sueños del hambre. Todo el poema es maravilloso, Carlos.

Si amarte fuera alguna última vez para el frío,
como una profundidad tardía, rota de vodka,
como una tela negra impensada
que sirve para raspar los que parecen
espacios diminutos.

Emborracharse de noche, cuando los brazos presienten que el silencio finalmente se resume al crecimiento de los sentimientos. Me imagino una semilla, arrojando de sí la sombra gigante de su futuro árbol. Es como si decidieras que para ver el futuro hay que mirar atrás.

Deben saber que los tiempos para mí
nunca han sido perfectos.
Esto me obliga a una cierta crudeza
con la que un niño pregunta,
aprendí esto hace rato,
lo que escribo solo amasa lo inútil
hasta ser un polvo seco, allí el calor suelta
una renuncia, una mujer gestos, redime en
sus caricias para que la noche no intente
seguir de largo. Frente a cada vez
un sol antiguo rueda. Porque todo
en el poema quizá, hay que decirlo,
fue haberte conocido, fue un tiempo inmenso
intenso, valioso, difícil de mensurar.

Amigo, destronas la melancolía, la dejas sin corona y la pones a mendigar junto al recuerdo para que Ella vuelva.
Muchos abrazos y felicitaciones sinceras, querido amigo.

[Rosa Marzal]

Me gusta mucho este poema, la sinceridad y la fuerza con la que fluyen tus íntimas emociones. Ha sido grato pasar a leerte, Macedonio. Un abrazo.

[Josefa A. Sánchez]

Una lluvia de meteoritos impacta desde tus versos directo al alma. Un placer venir.
Un abrazo.
Pepa