La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Luego, la noche, madre: las bestias que se esfuman de la luz. La rosa gravemente herida por la ausencia, y el nudo del cartílago. Inevitablemente sangra el mundo, corta la noche el ruido insomne de la nada. Nada cabe, no quiebra nada el líquido, nada. El centro se deshace en fósiles, en usuras del mundo. El arrugado tronco de los árboles, la prisa, el yunque de los ojos que se doblan, el fulminante río en la tensión. La coincidencia no es el tiempo, sino la muerte con su luz. Toda la noche, larga, como un duelo. Toda la noche como un campo herido en la semilla. Rasgo lo oscuro, el límite y la edad; lo céntrico y vacío de la noche. Rasgo el susurro expósito del viento, que pasa o cae. Rasgo la gruta de mis años tornándose abandono o piedra, bullicio y sepultura. Lo huérfano y mendigo de la noche, lo liso y resiliente de la noche, lo cóncavo y lo inmenso, lo punzante. La paz que zumba y late como un grito cortado bajo el vientre. No creo en los horarios de la noche, ni en su humedad oscura. Hay flores casi secas de rocío. Piedras que inútilmente yerguen calles. Lugares para el fuego que se inundan. Eso es la noche, un puente al abandono. Un túnel disolviéndose en la ausencia. Una bestia desnuda ante los ojos tatuándome de miedo y frío. La huerfanía inmensa de tu nombre, y toda soledad que a veces arde o se dilata bajo el llanto.
El primer hombre que fue capaz de pensar, debió sentirse perdido cuando sobre él cayó la noche a la madre. No creo que hayamos cambiado mucho: la oscuridad invoca. Y nuestra seguridad está junto a ella: junto a la madre.
Bello, aunque complejo (o quizá estoy boba) este texto, Benjamín. Gracias por hacerme pensar.
Blanca
Benjamín León escribió:Luego, la noche, madre: las bestias que se esfuman de la luz. La rosa gravemente herida por la ausencia, y el nudo del cartílago. Inevitablemente sangra el mundo,
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La huerfanía inmensa de tu nombre, y toda soledad que a veces arde o se dilata bajo el llanto.