
El sentir de tu mirada
se clavó en mis pupilas
como agua que lleva
el arroyo al río de mi delirio.
Ni siquiera una despedida
en los acordes de estos suspiros,
ni un beso placentero
que denote este amor bravío.
No se abrieron los pétalos
de esa flor virgen de mayo
ni suspiró el rosal
en el ardor del verano.
La inocencia inmaculada
se desató en mi vestido
inherente y desconocida,
como fue el amor
al pasar por nuestras vidas
transparencia hecha antología.