ELEGÍA POR UN FANTASMA

[Roderick Guzman]

Yo quise ser letrado, culto y tener acceso a los ámbitos del saber
Pero vinieron las sombras con sus acentos de fantasmas, llegaron los cuervos y se posaron en mi ventana mientras la tormenta desgajaba los lienzos del cielo y los colgaba de las estrellas moribundas.
Las mujeres recogían la ropa de los tendederos
Y sus pies se hundían en el lodazal en tanto los niños saltaban sobre los charcos y salpicaban de plata los calcañares desnudos y se disolvían en las fauces de la lechuza de los sueños.

Me sentaba en el portal de madera, las aristas sobresalían, el cabello ensortijado de la madera y tenues montoncitos de aserrín se levantaban en los ángulos y las uñas de tungsteno de la lluvia rasgaban las acanaladuras del tejado, como un gato decapitado que intentara caminar sobre una playa de mármol.

Pretendía no dejarme seducir por el ronco sonido del viento,
Pero las palabras del clavicordio del crepúsculo que se acercaba
Hilvanaban una telaraña de nubes
En el espacio entre mis dedos que dejaban caer las hojas cuando me adormecía.

Llegaba la noche a cuentagotas auspiciada por el acecho de los asesinos y los drogadictos,
las miradas amarillas de las ratas, escondidas debajo de las escaleras eran como láseres que corroían las túnicas de los muertos,
Alertas ante los delicados movimientos de los duendes, vestidos con la bombacha de las imperceptibles amenazas de los terremotos debajo de los monasterios.

Quise ser culto e inteligente, pero allá en la cocina las tazas se mecían en su lírico pentagrama, colgadas de ganchos en las paredes, esmaltadas con lirios ymagnolias fantasmales.

Quise ser alguien pero sonaron los petardos de la insolencia, se rompieron las vitrinas donde las raíces del tiempo mostraban su belleza tardía, su energía consumida por los alcaravanes de orín que volaban entre los tornillos y los alambres de la esperanza asomada por el borde de un tinaco donde husmeaban los sonámbulos.

Yo quise ser ilustrado caballero pero vi al vampiro de los mil rostros asomarse a la ventana y a la mujer de niebla con su sonrisa de azufre,
A la clámide del criminal pude verla mientras flotaba entre los muñecos de papel y los edificios de latas desvencijadas erigidos sobre las terrazas del imperio de las hormigas
Estaban los libros sobre la mesa, la lámpara se mecía como una odalisca
Las letras eran alumbradas por una luz ambarina, como si fuera cerveza de cristal derramada sobre la superficie de una piel disecada
o las peripecias de una mesa coja apuntalada por una Biblia de neón con los salmos distorsionados por el polvo y las telarañas de la soledad.

[Sara Castelar Lorca]

Bienvenido Roderick, nos dejas un poema muy interesante y comprometido, espero seguir compartiendo contigo en este lugar.

Un abrazo

Sara

[Alberto Batania]

Lástima de los fallos del sistema de pegado que hacen que el poema salga con signos añadidos y algunas palabras juntas, porque el poema dispone de numerosas e impactantes imágenes. Esto es un festival.

Me quedaría con todas, pero esa de "Quise ser culto e inteligente, pero allá las tazas se mecían".

Hasta pronto.

[Roderick Guzman]

Agradezco vuestros comentarios. Espero ser digno de próximas lecturas y opiniones sobre este humilde intento de hacer poesía.

Lástima el proceso de pegado, sí que no sé cómo mejorarlo o solucionarlo.

Un abrazo.