Te veo
y brotan desde el campo de mi pecho
/girasoles/
/ángeles que me embelesan/
y sucede que,
la orilla del olvido se hace nada.
¡Hasta puedo hablar con Dios!
Tu amor humildemente
me trae la isla de la paz,
tu rostro dulcemente
me trae un torbellino de primaveras y promesas,
y yo casi alada
sonrío y bailo con la música de tus ojos
que me abren las cien puertas del amor.
Te veo
y me llegan avecillas
con la flor que aletea el amor eterno,
yo las miro columpiarse de alborozo
y me invade un haz de alabanzas.
Siento que besas mis párpados de lluvia
desde lo más alto del cielo
cada amanecer,
y no hay palabras que alcancen a describir
/esta gracia inmaculada/
que gira en mis cuatro puntos cardinales.
Tu amor
enciende la vorágine de este mar,
ondula sueños con la inocencia del hombre,
e inesperadamente
me puebla de yerbas y arroyos
que me hacen crecer la vida.