Te escribo desde donde todas las ventanas
me llevan a ti, crecida desde mis hombros
adherida como hiedra
bajo la línea diminuta de la luna Nueva que asoma al verde zaguán de la arboleda
que acerca tus pasos
inclinada para besar la tierra.
Inefable soñar, que despierta hasta a las piedras
al escribirte desde donde no estas
amándote callada y con todas las fuerzas.
Te escribo desde todos los lugares ausentes,
donde mis ojos a tientas te alcanzan
y hacen nacer redondillas y madreperlas
donde mi quejido es eco y florecen sin avisar las azucenas.
Te escribo al acorde de los cantos que dejan los mirlos,
al asomarte a mis puertas
inscripta, mirada del alma que hace crujir la alameda.
Escribo porque soy simiente y barro...
porque la tarde se acaba y mis manos se desgastan
de tanto acariciar el nombre que se borra en la arena.
