A Khaled de Alejandria
Ayer
fue muy rápido.
Se esconde en algún pliegue de las sábanas.
Hay momentos que vemos al Tiempo
moldear las siluetas
inefablemente en su flama.
Sobre la mesa,
emotivas y blandas fibras
cuelgan del cielo raso
como una planta.
Reposan en los libros
Y se revela en el fondo de las tazas,
el cobrizo aro,
de algún pensamiento.
Leerlo sería adivinar
cuan real fue
todo aquello que tocaron nuestras manos.
El tiempo,
sus vestimentas sueltas
sobre la mecedora,
ajan quizás las coyunturas,
el desdoble de aquel beso
comiéndose la desnudez de mis brazos.
Recorrido de tenue luz sobre los arcos
de tus bellos ojos,
deshoja la amapola de este día
y desvanece en la claridad del celaje
la frágil ternura de tu sonrisa.
Adentro
su cera dulce hace un charco caliente,
su luz danzante desvanece las alas de las polillas,
se escapa,
sal y arena entre los dedos.
Expira su curso en algún recodo silente,
omiso doblez de tus manos
me aprieta la cintura.
Vemos al tiempo
arrastrar sus pasos,
corrió con bríos.
Salto tímido
al intrépido ardor de mi vientre.
Vuelvo y
fue verdad que fue nuestro,
cayó maduro
sueño en la boca
nos gustamos mucho
nos quisimos poco.
E. R. Aristy
Long Beach, New York
E. R. Aristy/ El libro del hambre
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