
Yo soy tu esposo, cuido del dinero
para pagar caprichos incontables,
por quejas aguantar innumerables,
por mantener tu tipo postinero.
Soy bibelot, de amor tu prisionero,
soporto tus momentos inestables,
me acerco si los tienes abordables
y si gritas me escondo en el ropero.
Cuando sonríes, vienes amorosa
me derrites y sacio tus placeres
al mismo tiempo cumplo con los míos.
¡Jinetea alazana, tú, fogosa,
darás solaz a mis amaneceres,
me llenarás de dulces arrepíos.
Y dice ella:
Soy tu esposa, me encargo del hogar,
de tenerte las ropas preparadas,
las cenas y comidas bien guisadas
porque puedas en casa descansar.
Y me toca con hijos pelear,
ir de compras, llevarlas apuntadas,
resistir a los gritos y patadas
de los niños por siempre protestar.
Pero siempre mantengo la apariencia,
con sonrisas y besos te recibo
y te atiendo con toda diligencia.
Pues eres tú mi principe cautivo,
el que llenas de amor con gran paciencia
mi corazón.¡Mi cuerpo sigue vivo!
