Benditos los no tan benditos, simulados,
traidores de la propia esencia del rescatado.
Benditos los millones de Euros,
invertidos por salvarlos.
Bendita sea la cápsula que los contuvo
en su corto espacio.
Bendita, la NASA por saber tanto.
Bendito sea el presidente de Chile.
Bendito su inglés, clamado al primer mundo,
el Thank you y el Yes, en tierra bautizada Copiapó.
Benditas sean las afeitadoras
de los mineros afeitados, para verlos mejor.
Los anteojos caros comprados.
Bendito sea el Mediático Show.
Benditas las cámaras, mostrando la emoción.
Bendito el suspenso, de si se salva, o no.
Bendito Don Francisco, por el dinero pagado
a cambio de escuchar las miserias de los salvados.
Bendito, tanto milagro.
Bendito sea el minero rescatado,
que luego de pasada la noticia,
volverá a ser despreciado en otras minas y explotado.
Bendito sea el respeto a lo televisado,
el Rating logrado, el periodista desinformado.
Benditos cobardes, dueños de la mina, ni nombrados.
Bienvenido sea un milagro,
que salve a los hijos de mis hermanos.
Aunque rompiendo las reglas del poema, me permito,
advertir al lector, que puede herir su sensibilidad,
lo mostrado:

Bendito sea el mundo de los rescatadores, que día a día,
sin milagro, intentan rescatar a millones de no televisados,
que nadie quiere ver.
Por olvidados, y enterrados en una tierra
que no existe cápsula alguna que pueda rescatarlos.