No Benjamín, es tanta tu generosidad que me apena llevarte la contraria, pero, ¿sabes?.
yo podría decir sin mentir que:
"luego, la abuela, aquellas zapatillas de nube que llevaba,
aquel ir y venir, como volando,
de la escoba al misal, de sus gallinas
a las sábanas frescas,
de la labor de lana a los geranios,
del pan a la mejilla de sus nietos...
que entonces, suavemente, quedábamos dormidos
creyendo que la abuela no se acostaba nunca."
Y podría decir de mi abuelo, "qué manos de valiente
qué venas retorcidas como parras"
Y que " alrededor, los dos llevaban como
un contorno de campos y palomas:
cruzaban el umbral y parecía
que con ellos entraba el verano en la casa;
al contarnos los cuentos, en sus voces
oíamos molinos y cuervos alejándose
y hasta en las mismas ropas nos traían
un recuerdo fragante, un recuerdo lluvioso
del heno y la retama..."
pero... ya lo dijo Miguel d'Ors. Qué poema tan bello.
Gracias. Muchas.
Blanca
Benjamín León escribió:Insisto, magnífico poema, querida Blanca, hermosamente trabajado y con inteligencia, con un nivel poético altísimo. No sabes lo mucho que me alegra verte por estos lados nuevamente.
Un abrazo fraterno desde Chile, Benjamín.