La larga ausencia del dragón
del fuego interno
mientras los ejércitos de automóviles
sitian las murallas
de tu enclaustrada vela
que ilumina las páginas
sangrantes de un árbol de sueño
¡Quién lograra penetrar la fortaleza!
y yo, con mi escudero muerto
sin armadura
sin bacinica de barbero
sobre mi llama
sin jamelgo de intenciones vanas
amanezco afuera de tu pozo
a la espera
de que los lagartos del odio
y la deseperanza
mueran de inanición
¡Te entrego mi reino de dudas!
¡Te ofrezco mis armas
de bruta fuerza como bruto es mi espíritu!
¡Te doy mis ejércitos de polvo
y de ideas!
¡Sí no puedo ser tu príncipe
ahogado,
déjame ser al menos tu caballero andante!
Un coyote que muera lentamente
mientras batalla
contra el peor de los hados y demonios:
el jinete oscuro del desamor.
