Avezado en un puñado de palabras átonas,
desfigura el trámite de la aureola en el aire
del silencio traidor,
ahuyentando curiosos.
Pócima embelesada de vestido lunar,
ha deshojado mi plebeya cordura,
se arrodilla para alimentar a los pájaros muertos,
corre río abajo con las manos desnudas,
y las quimeras hundidas en el barro.
Desfachatada fórmula para enajenar mi alma,
clásica tortura de eslabones prefabricados.
(Él sabe todo,
él,
ya lo sabe)
En algunos cuentos se aproxima al telón,
resume minuciosamente mis lágrimas de cera,
bruna sequía del pavor del olvido,
bufonesca trivia hacia el carozo del orgullo.
Lo sabe.
Se bebe la noche amarga,
amortigua mi caída con una sinfonía de notas mudas,
y da la mirada al puente que se subleva al rescate
atentándome oscura al desgarro de un beso.
(Él ya me sabe)
Jaque mate.