Los puentes

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F. Enrique
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Los puentes

Mensaje sin leer por F. Enrique »

Ella creía que todos los puentes eran hermosos.

I could have loved you once
and even said it
But you went away,
When you came back it was too late
And love was a forgotten word.
Remember?

(Marilyn Monroe)

Pude haberte amado alguna vez
e incluso te lo dije
pero te fuiste,
cuando regresaste era demasiado tarde
y el amor una palabra olvidada.
¿Recuerdas?

1

Una habitación sin alma

Hay quien puede creer que tu sonrisa es triste,
que envidias la soledad sin sueño
de los pájaros que mueren
porque no tienen pulso que les lleve a gritar,
porque sus alas no vibran de desesperación
ni tienen que enfrentarse
al castigo de las horas envueltas en tañidos sin campana,
en llamadas sin respuesta.

No volverá tu padre para sentarte en sus rodillas
y decirte que eres preciosa y tierna,
que no te dejará nunca,
te sentirás fuera de órbita en el planeta de tu madre
que ante el espejo destroza el carmín contra sus labios,
las flores contra el olvido
donde navega la última frase de amor que no recuerda,
y llorarás, como se llora en el silencio de una habitación sin alma,
como llora una niña cuando el mar le inunda los ojos
y una pajarita de papel con un poema plegado
le atraviesa el pecho encogido
mientras espera que la aurora llegue para llevarse el miedo.

2

Los puentes

Ya no sentirás vergüenza de ser una chica triste,
ya no pensarás que has hecho algo malo
cuando tu amante se enfade
porque han bajado sus acciones o ha perdido en las carreras.

No agacharás la cabeza bajo los puentes inclinados
ante el recuerdo errático de tu amor
y la huida de las caricias,
no verás el acero envolviendo los cristales
con las pinceladas borrosas de los edificios
en la lejanía de los crepúsculos que se apagan
donde tu corazón se desmorona
como la última lágrima
de una sirena que vaga
perdida en la corriente constante del Hudson.

3

Ningún lugar

Estarás sola cuando llegue el cartero
y pregunte por otra dirección,
¿sabes dónde vive la tolerancia?
¿dónde la generosidad que nadie tuvo contigo?
¿dónde encontrar el milagro de una sonrisa sincera?

Se hace tarde, la esperanza ha pasado,
la ciudad se cubre de una neblina fluorescente
y hay muchachos que escriben en la calle
ríos de amor con un verbo descontrolado,
hay quien pasea
sin saber hacia donde se encaminan los versos
que morirán sin aire ante los muros
de la avenida del silencio,
quien tiembla ante el recuerdo del amor
como si fuera un dios que nunca le perdonara
haber nacido con una sonrisa triste
como la tuya, como tu enredadera y tu recuerdo.

Siguen pasando los coches y te quedas ensimismada
con los fragmentos de belleza
que proyecta la luz de los faros sobre la lejanía
mientras tu corazón se acerca a la fragilidad
de un sueño inacabado,
de una ruta cortada por un murmullo de voces que no comprendes.

Nadie te espera, nadie te necesita
pero yo entregaré tu nombre
a la rosa de los vientos
cuando el norte se apague y tenga para siempre tu sonrisa.

4

Cinco minutos

Porque todo el mar cabría en la belleza oscura de tus ojos
y aún así me quedaría con la luz de tu mirada.


Cinco minutos de amor, un refugio en el recuerdo,
un alma que se emociona con las palabras sensibles
que apenas escucha
y deja descosidas en un cuaderno sin solapa.

Los caminos se estrechan entre la luz que se acorta
y difumina
y llamas al grillo del hogar que no tuviste
porque estás sola
como una muñeca perdida en un almacén
cuando terminan las rebajas,
como el silencio de los escaparates de la ciudad dormida,
como la golondrina
que se enamora del invierno.

Pero esos momentos te llenan de vida,
resucitan a la niña que se perdió y se rebela
para que su madre adorne
su pelo con un jazmín adolescente.

Retomas el camino que nunca conociste
mientras lloras por la muerte de la tarde
y a través de la ventana los árboles
se convierten en sombras,
tu corazón en un silencio que agoniza,
tu sonrisa en un gemido que traspasa la noche
y muere en el alba.


5

Mi carta abierta

No dejaré mi carta abierta en las paredes de tu calle,
romperé tu fotografía reprochándome a mí mismo
haberte perdido en la maraña de tus anotaciones,
en la terquedad de tus reproches abiertos
como una espada que se esgrime en el aire que me llega.

Nadie sabrá que nos amamos una noche fría
que se adueñó de la fragilidad de nuestros cuerpos
mientras los barcos pasaban indiferentes
y los vagabundos miraban las estrellas
sin saber que eras tú quien reinaba en ese puerto
y tu calor guiaba la zozobra de mis manos.

Tú que alumbraste mi vida, tú que llevabas
la tristeza del mundo en la sonrisa,
la amargura de los vientos del sur en la mirada,
tú que ya no sabes que me amaste una noche fría.

6

Hay quien puede creer que aún cantas entre los muertos
esa canción que me ponía tan triste,
que sueñas en los escalones
del umbral de una casa sin muros ni recuerdos
inserta en un cartel publicitario,
que miras la profundidad de la baraja
donde yace la muerte teñida de imprudencia,
tu juventud atravesada por una pluma sin tintero
cuya esperanza se ha perdido,
tu sonrisa acorralada por un deseo de amor
que no despierta,
las hojas muertas llevadas por el viento,
tu vestido arrugado en la acera naufragando.

7

La Niebla

Después del silencio se derrama tu voz
en una canción alegre hundida en la tristeza ,
no queda una elegía que haga renacer
los sentimientos rotos, no queda una palabra,
para evocar anotaciones transidas de dolor,
de puentes, de excesos, de manos,
de orgullo, de agonía…

En el martirio de tus dudas te sumerges
en ese mar de ginebra que se agita sin norte
en la mano que tiembla en el cristal,
en los labios pintados que procesionan en el pasillo.

El amor no aparece con su sonrisa extraña
rellenando los huecos de un corazón que llora
mientras el mundo se inclina en otra dirección
que no tiende sus lazos,
que no retienes, se difumina y se te escapa.

Vives el desconcierto, flirteas con las pastillas,
mueres en la amargura con el tono marchito
de quien siente que su tren se perdió en alguna parte,
en los raíles sin espejo de una metáfora sentida
donde quedan los versos de luz
que huyeron hacia el oeste,
y una sombra que estrecha su figura contra tu cabeza
te susurra lo cerca que se halla la salida.

¡No sé cuántas veces te busqué en el murmullo
del parque por la noche,
cantante callejera en la soledad de la isla,
ni cuántas recité a Ginsberg acariciando
en su aullido iconoclasta
la ternura de tu rostro de ninfa enajenada!

Ahora miro tu cuerpo abandonado en la niebla
que desprendían aquellos ojos cerrados al mañana.

8

Volveré a tocar tu cabello humedecido
como una tarde gris
y volveré
a encender una llama en nombre del recuerdo,
a despertar el sabor de la resaca en tus ojos,
en ese infierno de los escaparates, en el ruido
que ahoga la palabra profunda del poeta
que duerme en la calle con el gesto contrariado
porque las lilas nos devuelven a la vida
una tarde de agosto
y se yerguen
sobre el sueño reseco de Nembutal adoctrinado,
y la respiración de aquellos que te amamos se contiene.

¡Ay, de esa libertad que aprisionó tus alas.
esos labios de rojo carmín,
esos pechos caídos para siempre!
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