Mientras cuento la historia para mí,
miro los últimos pájaros que pintaste.
Aquí, en el lado lóbrego del muro,
¿de qué forma podría pagar esta ilusión
de sentirte en la brisa de un instante?
(Joan Margarit - Cuadro con pájaros)
Volver a leer a Margarit esta mañana, de una forma un tanto apresurada y buscando algunos versos que nos dieran una medida de su contenida pasión, tiene para mí un efecto balsámico, quizás el poeta catalán quiera decirme que la ansiedad y la angustia no son el camino para liberarse de una carga sino que añaden cadenas. Pienso que las traducciones que Margarit de sus propios poemas al castellano son dignas de estudio; un hecho poco frecuente que explora con libertad y dedicación. Reconozco que mi torpeza con los idiomas ajenos al nuestro me desarma, hace que me enamore de una buena traducción, aunque en este caso tendríamos que inventar una palabra nueva, ya que esa no la define con precisión. En este menester considero que sus aportaciones son muy valiosas porque Margarit se reinterpreta a sí mismo, y lo hace consiguiendo una mágica mixtura de expresiones que solo podría utilizar un catalán bilingüe de los que admiten, sin sacar pecho ni sentir vergüenza, que las circunstancias les han dotado de dos instrumentos que alientan profundamente al privilegio de pensar, ese que han perdido los nacionalistas radicales. Las versiones (tampoco veo apropiada esta palabra, pero se acerca más) de Margarit están llenas de encanto, además la diferencia temporal e incluso anímica entre el original y lo traducido provoca una añadidura de matices que, en poemas determinados, hacen pensar que la versión en castellano tiene calidad de obra de arte definitiva, pulida, trabajada, siendo, en esos casos, la catalana un último boceto magistral que supera, a veces, al cuadro que se expone en los museos.
Muchas gracias, Julio, por tu amabilidad.