El hombre sin nombre

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Alonso Vicent
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El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Alonso Vicent »

Ayer, por primera vez, me atreví a entablar conversación con alguien a quien suelo ver todos los días en mi trayecto al trabajo y que, a pesar de ello, era un total desconocido para mí. Su edad rondaría los cincuenta y siempre estaba sentado en el mismo banco de la misma estación de metro; esa que tengo cerca de casa. Ayer, sí fue ayer, me acerqué a él y le pregunté si querría tomar un café conmigo. Yo disponía de diez minutos. Él me miró por vez primera y me dijo que no estaría mal tomar un café calentito a esas horas de la mañana y del invierno.
Entramos en el café más próximo, que estaba allí mismo y, además de un café yo y un café con leche él, pedimos también unos bollos para mantener la boca ocupada en el caso de que fallara la conversación.
¿Por qué me acerqué a él?; pues no sabría decir. Quizás fuese porque me recordaba a alguna de las muchas personas tranquilas y de mirada triste que conozco (o desconozco) y entre las cuales me incluyo.
Le pregunté si vivía en la ciudad, y me dijo que sí. Yo le dije que también, pero que mi trabajo distaba bastante de donde nos encontrábamos y que todos los días debía perder una hora en el trayecto. Él comentó que sabía mucho de esas cosas aunque no tenía que desplazarse para nada.
También le pregunté que en qué trabajaba y me contestó que era escritor, pero no muy bueno; insistió en esto último con cara casi de felicidad. Yo le dije que era informático en una empresa de programación y, mirando el reloj, que debía irme ya para no llegar tarde. Pidiendo la cuenta aún tuve tiempo de preguntarle que qué escribía y, echándose mano al bolsillo, me tendió una cuartilla de propaganda doblada por la mitad diciendo que era el último capítulo de su autobiografía, que si quería leerlo. Le dije que tenía mucha prisa y él me dijo que podía llevármelo, que ya se lo devolvería al día siguiente. Me lo llevé.
Cuando llegué a mi oficina, instalado ya en mi despacho, saqué la hoja de papel que me había dado, la desdoblé y en la parte interior, que había estado en blanco, pude leer:

“-¿Qué buscas; un fontanero, un electricista, un albañil…
-¡No! Busco la felicidad.
-Pues entonces tendrás que buscar en otra parte.
Y busqué…
Después de muchos rodeos encontré la empresa que supuse que podría ayudarme. Le pedí un presupuesto y me lo dieron; acepté. Al poco tiempo me embargaron las cuentas, después me desahuciaron.”


Estuve toda la jornada pensando en aquel hombre, en cuál habría sido realmente su vida pasada y cuál la que llevaba ahora. No podía concentrarme en ningún lenguaje binario; únicamente se me representaban las pocas palabras escritas en aquel papel y la silueta de un hombre sentado en un banco de metro, en el mismo banco de la misma estación de metro a la que tantas veces le di la espalda.
Ayer dejé la oficina una hora antes de lo habitual, puse como escusa que no me encontraba muy bien, cosa que en realidad era muy cierta. Supongo que lo que quería hacer era lavar mi conciencia y a la vez preocuparme por alguien que jamás me hubiese pedido ninguna ayuda.
Llegué a mi estación cuarenta y cinco minutos después, baje de mi vagón, esperé a que se fuera el metro y miré en dirección a la otra parte de las vías. Solo había unas cuantas personas esperando el próximo metro en sentido contrario y un banco vacío.
Crucé por las escaleras elevadas con la intención de preguntar en el café, donde estuve con aquel hombre por la mañana, pero al pasar por el banquillo me percaté de una gruesa chaqueta marrón que había seguramente caído al suelo por detrás del respaldo. Era la suya. La cogí y me dirigí con más determinación a la cantina de la estación de metro; allí pregunté.
Me informó un camarero que hacía poco más o menos una hora el juez había levantado un cadáver en las vías; ni él ni yo supimos nunca su nombre.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

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Ai, ai, pero qué bueno e inquietante este breve; mantiene la tensión y la verdad se filtra por la pulsión textual, cobra fuerza y explosiona.
Sin nombre, con historia..., la vida puede ahogar de tal manera que las vías se convierten en salvación.

Muy logrado, querido amigo.

Abrazos y gracias por compartir.
"Algo, en este tan vasto como innecesario universo,
ha de tener sentido: ninguna ecuación diferencial
siente. Pero, se sabe, en el principio
fue dicho: hágase la luz; y abrimos los ojos."


Sub-jectum, Julio Bonal
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Alonso Vicent
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Alonso Vicent »

Hallie Hernández Alfaro escribió: Dom, 17 Oct 2021 19:19 .

Ai, ai, pero qué bueno e inquietante este breve; mantiene la tensión y la verdad se filtra por la pulsión textual, cobra fuerza y explosiona.
Sin nombre, con historia..., la vida puede ahogar de tal manera que las vías se convierten en salvación.

Muy logrado, querido amigo.

Abrazos y gracias por compartir.
Siempre existirán las estaciones y los trenes... las vías son infinitas para llegar al término que corresponda.
Somos seres, con nombre, sin él, o con un número que nos incluye o excluye de esta sociedad.
Todo un placer verte sentada en este banco que, aunque de letras, diluye las distancias.
Un abrazote, Hallie.
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Ana García
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Ana García »

Qué intriga la de este escritor que sonríe pq se reconoce pésimo escribiendo.
¿Qué buscamos al escribir?
Supongo que al perderlo todo le sedujo un final de película.
Me ha encantado la tensión que mantiene este relato.
Una gozada leerte, compañero.
Un abrazo.
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Rafel Calle
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Lectura recomendada en el foro de Prosa.
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Alonso Vicent
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Alonso Vicent »

Ana García escribió: Dom, 31 Oct 2021 21:43 Qué intriga la de este escritor que sonríe pq se reconoce pésimo escribiendo.
¿Qué buscamos al escribir?
Supongo que al perderlo todo le sedujo un final de película.
Me ha encantado la tensión que mantiene este relato.
Una gozada leerte, compañero.
Un abrazo.
Historias hay y protagonistas. Cuántas veces hemos visto, nos hemos visto, en los ojos que nos miran una afinidad. Al fin y al cabo escribir sigue siendo una necesidad perentoria. La calidad de lo escrito puede dar para más de un relato.
No sé cuánto tiempo llevaba este relato entre bambalinas. Suele ocurrir que uno, dos, tres, escriben con un carajillo en la mano y después guardan el resultado en un cajón... hasta que reaparece al buscar un pañuelo de papel en la mesita de noches.
Qué bueno tu comentario, Ana, para este periférico de sociedades al que le intrigan los alrededores.
Un gran abrazo desde un bar de carretera o pedanía mientras esperamos que la escarcha se diluya.
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Alonso Vicent
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Re: El hombre sin nombre

Mensaje sin leer por Alonso Vicent »

Rafel Calle escribió: Mié, 26 Ene 2022 18:15 Lectura recomendada en el foro de Prosa.
Muchas gracias,  Rafael,  por hacer visible este pequeño relato de gente pequeña que no puede dejar de observar.
Un abrazo agradecido.
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