Un balcón hacia el oeste II

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Ana García
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Un balcón hacia el oeste II

Mensaje sin leer por Ana García »

Diario de Juan (por la noche)
¿Quién ha podido avisarle?
Cuando he llegado ya tenía la mesa puesta para los dos.
El primer plato consistía en un puñado de hojas de roble, el segundo en un trozo de corteza de algún otro árbol, que se había esmerado en cocinar, porque flotaba en una especie de polvo rojizo.
—¿No te gusta la ensalada, gatito? —dijo mientras mordisqueaba una hoja pequeña— Pues prueba el filete de ciervo, a ti siempre te gustó la caza mayor, y ésta es una receta secreta.
Al decir las últimas palabras bajó la voz hasta que tuve que acercarme para oírla, y después de soltar una risita ahogada se levantó y fue correteando a la cocina donde anunció que me traería un vasito de leche.
—No sabes cómo estaba hoy el mercado, no he podido comprar fruta, ya ves, las señoras se tiraban de los pelos.

Pensé que Inés se estaba riendo de mí. Tuve tentaciones de irme, pero me lo impidió el sentimiento de culpa que me perseguiría si la dejaba en esas condiciones y le pasaba algo.
Volvió enseguida y puso delante de mí un vaso lleno de un líquido blanco y bastante acuoso. Leche en polvo, pensé, pero al probarlo comprobé con repugnancia que era tiza o cal disuelto en agua.
Creo que la asusté. le grité, la sacudí por los hombros llamándola loca, y ella se apartó. Se echó a temblar en un rincón, esta vez en el papel de niña asustada. No me atreví a tocarla, nunca he sabido actuar cuando he cometido un error, solo repetía bajito:
—Inés, perdóname, mira, ya me bebo la leche, ya me la bebo, amor.
Su sonrisa había desaparecido y ya no le brillaban los ojos. Con rapidez felina me quitó el vaso, abrió la puerta y tiró su contenido. Luego, como una niña buena que entiende que el juego ha terminado la vi desaparecer escaleras arriba mientras crujía la madera bajo sus pies descalzos.

Diario de Inés (por la noche)
Mi gatito no tenía hambre, así que nos sentamos al lado de la chimenea cuando aún había luz. Es que hacía más frío de lo normal (creo que el sol se ha enfadado conmigo), así que eché más leña al fuego aunque sabía que no iba a servir de nada. Yo insistía en que subiéramos al balcón, pero él no quería.
—Inés, ¿Cómo quieres dormir al aire libre toda la noche? —Me abrazaba muy fuerte— No tengas miedo, yo estoy contigo.
Yo ya lo sabía y no era miedo lo que sentía, era un frío espantoso que me llegaba a los huesos. Él no lo entendía, me echaba mantas por los hombros y yo no dejaba de tiritar. Mi gatito no sabe lo que es tener un balcón orientado hacia el Oeste. Es como un refugio donde la noche no puede entrar.
Pero algún poder mágico tiene mi gatito, porque a pesar del frío me quedé dormida, y cuando la noche vino, no se atrevió a despertarnos.

Le pregunté qué le había dicho a la noche
para asustarla de esa manera
y el me dijo que esa hermosa mujer
había intentado seducirle.
(Pobre gatito, se está volviendo loco.
La noche no es una mujer,
es solo eso, la noche,
la que viene cobardemente a soplar
mis pies cuando el sol se va a dormir).
Bastó una sola frase, me dijo:
—Amo a Inés.


Juan por la mañana
Jamás he sentido algo tan dulce como anoche. Quizás era su olor o su fragilidad, pero ni aún antes de su enfermedad, esa que los médicos se negaron a reconocer, porque Inés sabía disimular muy bien la cordura como los cuerdos cuando se hacen los locos, ni aún cuando estaba cuerda y yo la abrazaba con deseo, había sentido algo así.

Quería hablarle de amor y de dolor.
Quería describir sus ojos brillantes de asombro
y sus mejillas rosadas por el fuego.
¡No me entendería!
Sé que está muy lejos de mí.
Sé que no le importa jugar
con el polvo del balcón
atrapando rayos en su cuerpo
y sé que torea
las sabias leyes de la naturaleza
viviendo así.
Pero es tan hermoso...

He recogido leña y he tirado las hojas que ella acostumbraba a quemar y que producían ese humo que dañaba los ojos. Luego hemos salido a la jungla de hormigas y malas hierbas que Inés llama Jardín del Eden. Al principio me sentía incómodo jugando como críos. ¡Qué demonios! Nadie puede verme jugar a la gallinita ciega.
Me deshice de la chaqueta a medida que avanzaba el juego. Las gafas, los zapatos, la vergüenza, el decoro y todo lo que estorbara.
Inés no se metía en el juego, ¡era parte del juego!

Yo era un mercader de flores y ella, la esclava más bella del poderoso señor feudal (el señor escarabajo pelotero) quien me la ofrece a cambio de una flor única que no tuviera nadie.
Acabamos huyendo de los leones (las hormigas) cuando el dueño se da cuenta de que le hemos engañado con una margarita pintada de negro. Y extenuados por la carrera, nos tumbamos a beber agua, en las afueras de la ciudad.


Sé que tanta fantasía no la ayuda a mejorar. Es que quizás dentro de su locura, me digo a mí mismo, pueda entenderla, pero, ¿qué pasará si luego no me quiero ir?

Diario conjunto
Esta mañana cambió el mundo, pero no me asusta, sé que lo hace por jugar, así que le dije hola y desperté a Inés besándola los tobillos, es mi forma de pedirle perdón por haber dudado de ella.

Hoy fuimos al supermercado de la esquina a comprar flores, juntos, como antes.

Todo ha vuelto a la normalidad, el cielo es verde, como siempre, y nuestro maravilloso y cuidado césped es más azul que nunca.

Hoy nos casamos en el balcón y yo llevaba mi precioso vestido de novia.

El padrino fue el sol. Y se quedó con nosotros toda la noche.

Últimas notas

¿Qué ha sido antes:
la locura o el amor?
Descubrí tu secreto, Inés,
el fuego es peligroso,
su humo azulado destila locura.
Puedo apartarte de él
pero no tengo derecho
porque eres feliz.
Yo soy el niño y el loco
que busca en tus labios su sombra.
Corro y no te alcanzo,
mi única salida es montar en tu tren.
Aspiro tu perfume de vida
porque te quiero
y te quiero porque estoy loco.
Si alguna vez nos viene a visitar un médico
quiero que nos ponga en cuarentena
por ser felices.

A partir de mañana llamadme solo gatito.
Armilo Brotón

Re: Un balcón hacia el oeste II

Mensaje sin leer por Armilo Brotón »

Siento el conjunto de las dos partes como una alegoría del enajenamiento que el amor produce en los protagonistas. Es una obra inquietante y bella que no me dejó indiferente, muy imaginativa y bien trazada; original en su planteamiento como diario.
Una obra que merece varia lecturas por su profundidad y cierto surrealismo al estilo Cortazar.
Un besazo
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Ana García
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Re: Un balcón hacia el oeste II

Mensaje sin leer por Ana García »

Armilo Brotón escribió:Siento el conjunto de las dos partes como una alegoría del enajenamiento que el amor produce en los protagonistas. Es una obra inquietante y bella que no me dejó indiferente, muy imaginativa y bien trazada; original en su planteamiento como diario.
Una obra que merece varia lecturas por su profundidad y cierto surrealismo al estilo Cortazar.
Un besazo
No podía faltar un Don Juan Tenorio a mi manera. En esta racha que llevo no podía dejar de lado un amor difícil de vivir, un amor loco que seguro te lleva a la muerte. Eso es lo que quise traer. Pero tenía que ser un Juan actual que nos hiciera leer y al mismo tiempo presenciar su locura en una obra de teatro disimulada en un diario: una loca que comienza con harapos y va vistiéndose a medida que avanza el día, y un cuerdo que aprende a desprenderse de todo y termina jugando como ella quiere: jugando a ser gato.
Tu comentario y presencia en prosa es un puntazo. ¡Gracias por venir!
Un besazo.
Hallie Hernández Alfaro
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Re: Un balcón hacia el oeste II

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Sube para deleite de todos.

Prometo volver para comentar este trabajo tuyo, Ana.

Abrazo y felicidad.


,
"Algo, en este tan vasto como innecesario universo,
ha de tener sentido: ninguna ecuación diferencial
siente. Pero, se sabe, en el principio
fue dicho: hágase la luz; y abrimos los ojos."


Sub-jectum, Julio Bonal
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Ana García
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Re: Un balcón hacia el oeste II

Mensaje sin leer por Ana García »

Hallie Hernández Alfaro escribió: Sab, 29 May 2021 20:13 Sube para deleite de todos.

Prometo volver para comentar este trabajo tuyo, Ana.

Abrazo y felicidad.


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La locura y el amor en una de sus acepciones más terribles: vivir cuidando a una persona con problemas mentales. ¡Qué valor!
Un abrazo.
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