Esbozo de una ética

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Jerónimo Muñoz
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Esbozo de una ética

Mensaje sin leer por Jerónimo Muñoz »

En estos comienzos del tercer milenio, nos encontramos en un momento histórico en el que el saber humano progresa de una forma extremadamente rápida y está alcanzando cotas inimaginables hace tan sólo siete u ocho décadas. Este progreso en el saber (que tiene todos los visos de continuar, incrementando incluso su velocidad) está produciendo una revolución de ideas y costumbres que afecta en mucha mayor medida a los pueblos de Occidente en los que los nuevos conocimientos van siendo más ampliamente difundidos por las distintas esferas sociales.
Durante siglos, en Occidente, la moral cristiana nos ha dictado la forma de proceder, en unos casos de forma imperativa y en otros como una mera orientación, siempre basada en dicha normativa moral o en las costumbres que esta normativa ha ido creando. Si esta moral, esta norma, cae en descrédito, como es el caso, y no existe otra que la sustituya, el hombre yerra muchas veces en sus decisiones, vaga desorientado y, frecuentemente, angustiado ante la duda sobre la “conveniencia” de su proceder y ante la posibilidad del daño que su error le puede acarrear. Lo bueno y lo malo (el Bien y el Mal) están siempre presentes. Se puede ser más o menos indiferente y no seguir ninguna norma para la toma de decisiones, pero la toma de decisiones es obligatoria a lo largo de una vida.
También durante siglos, los filósofos han mostrado sus concepciones éticas, entre las cuales la aristotélica, basada en una filosofía realista, ha servido de base a la moral cristiana que antes cité.
Decía Ortega que la moral “es el mismo ser del hombre”. Yo diría que la moral es “inseparable del hombre”. Veamos por qué.
Como animales que somos, llevamos en nuestro código genético unos soportes bioquímicos que nos impulsan hacia determinadas actuaciones (u omisiones). Son las conducentes a

a) Mantener la propia vida.
b) Mantener la existencia de la especie.


Estos dos impulsos naturales son conocidos, más o menos explícitamente, desde las primeras civilizaciones. Ya el autor del Génesis pone en boca de Yahvé la orden de “Creced y multiplicaos”, que, llevada a sus raíces más prosaicas, equivale a la de “Comed y copulad”, en la que los dos primeros impulsos naturales están patentes.
Pero si se observa que desde los primeros homínidos hasta el actual homo sapiens, el hombre ha cambiado, creciendo en conocimientos, ingenio, imaginación y reflexión, hay que añadir un tercer tipo de impulso que conduce a

c) Evolucionar.

A estos tres impulsos los denomino “impulsos primarios naturales”.

Pero, en defensa de la simplicidad, se me hace difícil admitir que sean varios los impulsos primarios naturales del hombre. Por ello quisiera englobar en uno solo estos impulsos aparentemente diversos que únicamente he expuesto en aras de resultar comprensible.
Creo que hay “un impulso primordial natural” que contiene el significado profundo de los tres anteriormente citados, que los unifica e incluye y que, para mí, marca la tendencia no sólo del hombre sino de la misma vida:

Trascender.

Trascender, en el sentido de rebasar los límites aparentes, de pasar más allá, es la directriz de la vida del hombre. Trascender incluye mantener la propia vida, la de la especie y evolucionar. Y, buscando el trascender, vivir en constante perfeccionamiento, investigar, aprender, crecer, mejorar, superarse, avanzar. Este es el impulso primordial natural.

En principio, las afirmaciones de Darwin sobre la evolución, publicadas en 1859, fueron sostenidas por sus seguidores como una teoría, pero las investigaciones realizadas posteriormente en el campo de la genética, la embriología, la biogeografía y la paleontología, entre otras ciencias, han dado lugar a un neodarwinismo en constante crecimiento y desarrollo en el que queda patente que el proceso evolutivo ha dejado de ser una teoría para convertirse en un hecho incuestionable.
La evolución no se circunscribe al alcance de niveles superiores en las facultades humanas, principalmente en el campo intelectual, sino a todo el proceso que desde el “psiquismo elemental del electrón” (como decía el paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin) nos ha conducido a nuestro estadio actual de evolución.
Diferentes concepciones filosóficas de la ética (teleológicas) han propuesto (o asegurado) que el fin de todos los actos del hombre es conseguir la felicidad, considerando esta de diversas aunque parecidas formas, aquí o en “otra vida”. Otras éticas (encabezadas por la de Kant (éticas deontológicas) mantienen que los actos del hombre han de estar sometidos a unas leyes dictadas por la razón y que dichos actos deben realizarse conforme a estas leyes para conseguir el fin propuesto según cada autor.
La misión del hombre no es otra que la de “vivir”, y vivir siguiendo el impulso de la vida.

Seguir este impulso hacia la evolución, junto al que nos guía al mantenimiento de la vida y de la especie, es decir, seguir el impulso que nos orienta a trascender se me aparece como el objetivo natural del hombre, capaz de dar un sentido a nuestra existencia, y creo que es la fuente de la que pueden manar las normas de conducta que conformen una nueva moral, válida para estas centurias futuras, hasta que el previsible avance en el conocimiento la pudiera tornar obsoleta.

No puedo soslayar el hecho de que la única luz que posee el hombre es la razón, recordando a Shakesperare cuando afirma por boca de Hamlet: «nada hay bueno ni malo, si el pensamiento no lo hace tal». Quiero con esto decir que las sugerencias de conducta han de estar basadas forzosamente en una concepción del fin que se persigue con dicha conducta (la corrección en la conducta) que, según mi razonamiento, no es otro que el de adaptarla a la conservación de la propia vida y la de la especie y a su trayectoria evolutiva, trayectoria esta que se infiere de nuestros actuales conocimientos científicos.
Siempre creemos aquello que anhelamos
Demóstenes
Hallie Hernández Alfaro
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Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Re: Esbozo de una ética

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Un buen ensayo, querido Jerónimo.
Trascender, dejar legado. Agregaría que mejorar la tarea emocional/afectiva y humana que llevamos a las espaldas. Pulir, cincelar un nuevo yo colectivo...

Creo que es un tema muy interesante que podríamos ampliar entre todos.

Volveré a tu ventana.
Un abrazo de los grandes.

.
"Algo, en este tan vasto como innecesario universo,
ha de tener sentido: ninguna ecuación diferencial
siente. Pero, se sabe, en el principio
fue dicho: hágase la luz; y abrimos los ojos."


Sub-jectum, Julio Bonal
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