Amores de la ciudad
amores de triste cama.
Allá en aquel pueblo blanco
quedó hambre, tierra y casa.
Tierra y casa nada valen
y el hambre es cosa que mata.
"Juanita, dijeron,
vale más de lo que gana".
Y el dueño
—cincuenta años—
industrial de buena fama,
se la tiró una mañana.
La pobre niña Juana
aún no estaba acostumbrada.
Amores de la ciudad
amores de triste cama.
Empezamos hablando de amor y al segundo fui olvidada, olvidada como se olvida a un muerto después de varios años. Hablaron de amor esperando algo más y creo que fue el vino y la comida lo que hizo que entre ellos se formara una relación de una tarde. Ellas se dejaban ver, ellos simplemente lo esperaban, mientras yo miraba como un ángel que envidia a las parejas, como un espectador que admira una película.
Oyendo sus gemidos recordaba cómo pasaban del amor al sexo encima de una mesa azul.
Amores de la ciudad
amores de triste cama.
¿Qué importa?
¿Qué importa que mi alma
no pudiera amarte?
Ahora mi corazón es anciano.
Corroído, oxidado.
¿Y qué importa que no te haya invitado
a un café negro y helado?
Amargo.
Tal vez te hubiera gustado.
¿Qué importa
que no me hayas amado?
Garçon, póngame dos con hielo.
¿Es acaso que aún no he probado
tus labios, fríos y empapados?
Jodido café helado, te amo.
Amores de la ciudad
amores de triste cama.
Me niego a escribir en azul,
la mesa era azul
y azul es para mí el color del sexo.
Juan es moreno, alegre y tontito. Me preguntó si metía mi lengua en lija y yo le respondí que si por un casual ejercía la profesión de chulo putas. Nos enrollamos como dos idiotas adolescentes y le dije tonterías como que el mundo entero es del artista en su laboratorio. En enero volví a verlo, llamó al timbre mientras yo pintaba un cuadro. Con las manos pringosas de pintura acaricié su cuerpo, nos besamos y lloramos juntos en el suelo.
Moreno, alegre y tontito. Huía del hombre que cosió zapatos toda su vida y que por espalda tenía joroba de camello.
Sus últimas palabras fueron: puedo enamorarme como un mono salido de quicio y aquel inmenso cuarto presidido por el cuadro entronizado fue perdiendo su contorno; silencio contra viento.
Amores de la ciudad
amores de triste cama.
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