Lo he leído varias veces. sin mucho entusiasmo la primera vez, lo admito. Y he vuelto, y he vuelto y, he vuelto. Y es muy hermoso en su íntima acritud del gris no pensante que nos envuelve. Cuando bajaba al pueblo cada día, lo hago una vez a la semana, el resto duermo e intento convertir los sueños en palabras y, hablo con los perros; esto último por recomendación filial que cuando, hace catorce años, me regaló un cachorro me dijo que "estaba harto de que le dijeran que su padre hablaba solo por el monte". Por supuesto lo desheredé de inmediato, ahora me lo estoy repensando. Y seguiría relatándote mi existencia pero, ya llevo cinco líneas para decirte en breve: GRACIAS, compañero.Alonso Vicent escribió: ↑Sab, 05 Jun 2021 16:04 Caer en la vorágine de la muchedumbre
es quedarnos atrás de nosotros mismos,
es perderse la pista mientras nos seguimos
sin tener un camino, al menos supuesto.
A pleno sol del día, cuántos, cuántas pérdidas:
de sombras sin objeto,
de cuerpos que se alejan,
de pasos sin barreras ni vías, ni trenes.
En el andén de sujetos perdidos
maniobran los pájaros vencidos del tiempo
mirándose las alas
los unos a los otros
con la ceguera propia de los temerarios.
Asomarse al abismo es cerrar las puertas
y abrir una ventana que se precipita,
bajarse en marcha, a tientas, sin contemplaciones
y creerse, en el fondo,
que todo es espejismo.
Empezar a ignorarse
forma parte del olvido,
de una imprevisible momentánea amnesia
que acaba convirtiéndose siempre en colectiva.
Y cuando formas parte del propio tumulto,
(lo sabes)
deja de ser urgente
pensar por uno mismo.
Un abrazo cordial Alonso, amigo.