Mar

[Julio Gonzalez Alonso]

Ya desde el primer verso se nos anuncia algo tan intenso e interesante como lo que sigue. Amigo Jerónimo, tu dominio de la musicalidad, la limpia sintaxis de tu fraseo y el escogido, rico y oportuno vocabulario, son instrumentos que, al servicio de una excelente inspiración y trabajo, hacen estos milagros. Un verdadero placer de lectura. Vaya mi enhorabuena con un abrazo.
Salud.

[Manuel Alonso]

En el mar te mueves como pez en la tierra, amigo, magnífico poema, como los que acostumbras, por suerte para mí, compartir. Un abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

MAR


En el mar todo es de mar, hasta el olvido.
Sentí clavarse en mí las espinas de la lentitud.
Avancé entre las olas con el mercurio en la lengua y muchos abrieron sus párpados.
Allá en el fondo crujían los esqueletos de la fermentación.
Un niño sin madre lloraba líquenes de inexistencia. Era de mar.
Una mujer paría su transparencia con obstinación, pero los ciclistas lloraban. Todos de mar.
Quise cerciorarme de la exactitud de las posidonias pero me asustó su sosiego.
Flotaban las alcobas con sus lechos imaginarios y las cocinas con sus trigales inextinguibles. El mar condensaba los silencios.
La religión del mar carece de dogmas y de confesionarios. El mar no tiene pecados. Una efusión de crustáceos absorbe las éticas.
El fuego es un resplandor sobre las espumas, el viento es el aullido de los límites, las nubes son el clamor de los hipnotizados.
No hay espartos, no hay pinares, no hay pájaros vivos ni aceros imposibles. Las lágrimas son también de mar; y los espíritus, inmensidades.
Me refugié en una cueva de tiburones para no encontrarme con mi juventud.
Al final, solo los espejos reflejaron mi corazón.
Ah de los erizos, de las anémonas, del cristal sumergido. Ah de las islas submarinas. Ah de mi inconsistencia.

Enorme la inspiración, el calado, la belleza, esa cohesión que nos transporta a océanos poéticos magistrales.

Ovación cerrada, querido compañero; no pienso dejar de aplaudir, asumo el dolor de las palmas, lo asumo.

Un abrazo de los grandes.

Gracias, Hallie. Tus palabras, siempre floridas, me dan mucho ánimo para continuar.
Otro abrazo grande para ti.

Jerónimo

[J. J. Martínez Ferreiro]

Inmenso este mar de versos!!
No puedo seleccionar ninguna de las imágenes porque cada una de ellas son de una potencia visual de gran calado significativo. Todo el poema expresa el mar, ese lugar donde tiempo y espacio se extravían, todo carece de sentido porque todo queda abarcado en un único valor: el salitre del origen y de la pérdida.

Todo un placer de lectura. Lo dicho por muchos compañeros, estás en el momento más álgido de tu expresión poética.

Abrazos y salud.

[Jerónimo Muñoz]

Asombroso Jerónimo, este poema.
Asombroso y atractivo, incongruente, dulce y fortísima a la vez, la voz que clama.
A mí no me extraña nada que venga del mar. Ya sabes.
Abrazos desde él, y con él, que todo puede ocurrir en sus profundidades.

Gracias, amiga Concha por tantos calificativos amables que dedicas a mi poema.
El mismo mar nos une, con él soñamos, con él poetizamos y a él amamos. Vaya todo mi afecto y gratitud hacia ti flotando en olas.
Abrazos.

Jerónimo

[Alejandro Costa]

¡Qué maravilla, Jerónmo!

Es verdaderamente precioso.

Me ha encantado.

"Me refugié en una cueva de tiburones para no encontrarme con mi juventud."

Este verso es una genialidad. Precioso.

Un abrazo, compañero.

[xaime oroza carballo]

MAR


En el mar todo es de mar, hasta el olvido.
Sentí clavarse en mí las espinas de la lentitud.
Avancé entre las olas con el mercurio en la lengua y muchos abrieron sus párpados.
Allá en el fondo crujían los esqueletos de la fermentación.
Un niño sin madre lloraba líquenes de inexistencia. Era de mar.
Una mujer paría su transparencia con obstinación, pero los ciclistas lloraban. Todos de mar.
Quise cerciorarme de la exactitud de las posidonias pero me asustó su sosiego.
Flotaban las alcobas con sus lechos imaginarios y las cocinas con sus trigales inextinguibles. El mar condensaba los silencios.
La religión del mar carece de dogmas y de confesionarios. El mar no tiene pecados. Una efusión de crustáceos absorbe las éticas.
El fuego es un resplandor sobre las espumas, el viento es el aullido de los límites, las nubes son el clamor de los hipnotizados.
No hay espartos, no hay pinares, no hay pájaros vivos ni aceros imposibles. Las lágrimas son también de mar; y los espíritus, inmensidades.
Me refugié en una cueva de tiburones para no encontrarme con mi juventud.
Al final, solo los espejos reflejaron mi corazón.
Ah de los erizos, de las anémonas, del cristal sumergido. Ah de las islas submarinas. Ah de mi inconsistencia.

Me has llevado a la quietud tras la galerna de tu mar. Gracias, amigo.
Un abrazo.

[Rosa Marzal]

Un poema de enorme belleza y carga simbólica. Vale la pena saborear cada uno de sus versos.

Felicidades por este magnífico trabajo, Jerónimo.

Un abrazo.